lunes, julio 18

El monstruo de Lima

REVELACIONES. En noviembre de 1694 nació en Lima un bebe de aspecto aterrador. El erudito Pedro Peralta y Barrionuevo participó de la autopsia y escribió un libro insólito. La universidad de San Marcos lo acaba de rescatar de sus archivos, junto a otras historias alucinantes.

DAVID HIDALGO VEGA

El hecho ocurrió de madrugada, como es de esperarse en los episodios tenebrosos. Fue a las cuatro de la mañana del 30 de noviembre de 1694. Una joven limeña llamada Teresa Girón, de 19 años, tuvo un parto terriblemente difícil. La comadrona que la atendía supo que el bebe no estaba en buena posición, pero no tenía manera de intuir lo que se venía. "Salió afuera una pierna con movimiento... le echó agua la comadrona y procuró inclinar el parto a mejor figura y situación, cosa que no pudo conseguir... pues apenas recibido el sacro baño del bautismo... dejó de moverse el pie y la pierna, saliendo la otra pierna en igual estado, absolutamente falta de todo movimiento", dice el informe de los hechos. Los presentes debieron quedar aturdidos con la criatura que salió del vientre de esa mujer: tenía dos cabezas, cuatro brazos, dos piernas. Los médicos de la época no podían considerarlo un ser humano. Lo llamaron "El Monstruo". En realidad era un niño siamés.
Esa misma tarde, el erudito Pedro Peralta Barrionuevo recibió el encargo oficial de realizar una autopsia a la criatura. Los detalles están contenidos en un libro suyo publicado al año siguiente, 1695: "Desvíos de la naturaleza u el origen de los monstruos". Peralta, uno de los hombres más sabios de su tiempo, había estudiado Teología, Medicina, Matemáticas, Química y Botánica (además de dominar a la perfección ocho idiomas). Pocos años después sería nombrado catedrático principal y luego rector de San Marcos. Que se le hubiera asignado esa tarea, junto a otro reputado cirujano, revela la intriga que debió estremecer la Lima del siglo XVII.
"El Perú estaba prácticamente en su Edad Media. En esos días la gente solo vivía para rezar, confesarse y pedir por la salvación de su alma. Era una época de oscurantismo", explica el historiador Waldemar Espinoza, uno de los encargados de la investigación sanmarquina que ha sacado a luz este texto del también llamado Doctor Océano. La ciencia todavía evidenciaba influencias de las supersticiones populares. No se trataba de fantasías propias de las colonias. De hecho, el historiador francés Robert Mandrou ha escrito que en el siglo XVII circularon por Francia no menos de 340 títulos referidos a la brujería y otras manifestaciones demoníacas. En ese clima, la autopsia del monstruo de Lima debió ser tan sugestiva para los limeños como la supuesta autopsia del extraterrestre de Roswell, Nuevo México, para los estadounidenses de mediados del siglo XX.

LA NECROPSIA
El cuerpo fue colocado en una mesa para ser abierto. Era "un infante bicorpóreo... cada uno entero del pecho para arriba", indica Peralta en la descripción externa. Uno de los cuerpos era más robusto que el otro, los brazos más consistentes. La disección se inició por la parte normal, del abdomen para abajo, y arrojó que tenía un hígado muy grande, que cubría el estómago, y los intestinos también mayores de lo normal. En la parte superior se encontró que cada cuerpo tenía corazón, pulmones y vértebras independientes. "Esto da a entender que ha sucedido al principio del mismo modo que acontece en la generación de los mellizos", supone el autor.
El examen del cuerpo fue un desafío a los conocimientos médicos de la época. Peralta no solo describe detalladamente lo que encuentran en la exploración del cadáver, también debe explicar a qué se debió un nacimiento tan extraño. El hecho era tan insólito que el autor cita entre los escasos antecedentes uno que aparece en las crónicas del Padre Calancha. Era el caso "de una mujer nacida de una perra con la que se había mezclado necesariamente cierto hombre. De ella dicen que tenía una lista de pelo de aquel animal por todo el cuerpo. Habiéndola casado el padre, repugnaba la unión conyugal durante el tiempo en que los perros no se juntan, admitiéndola y aun solicitándola en aquel en que estos se desean".
El primer problema que se encarga de resolver el Doctor Océano es la definición de monstruo: "todo aquel compuesto animado en cuya producción no espontánea falta más o menos enormemente a su acostumbrado orden la naturaleza". Su esfuerzo teórico busca desentrañar nociones que iban desde un supuesto designio divino, una influencia antinatural de los astros, hasta el efecto de ciertos vientos, como sostenían diversos autores contemporáneos o anteriores a él. Muchas de sus ideas pretenden refutar las teorías escritas por Aristóteles.
Necesitaba responder preguntas tan específicas como qué grado de deformación indica que un ser es un monstruo, si los monstruos son solo los nacidos del género humano o también de los animales o las plantas, si el nacimiento de un monstruo era el anuncio de próximas catástrofes (idea que, dicho sea de paso, no ha dejado de aparecer con intermitencias hasta hoy).
Preguntas que no son extrañas en una época en que todavía debía resonar en parte de Europa el debate sobre los demonios y seres infernales. "Una cuestión muy discutida entonces era la de la licantropía- dice el estudioso francés Jean Delumeau en su libro 'El miedo en Occidente'-. ¿Los poderes infernales pueden metamorfosear a los hombres en bestias, sobre todo en lobos?". De hecho, Peralta señala una especie de monstruos que comprende a "aquellos que nacen con mezcla diversa a la especie humana, parte con miembros de esta y parte de cualquiera otra del género de animales".
En el libro que da cuenta de este caso, Peralta Barrionuevo evita al máximo las supersticiones recientes y hace un análisis exhaustivo, científico para su tiempo, de las causas que explican el nacimiento de los seres monstruosos. La idea de los vientos malignos le parece desdeñable; la influencia de los astros, más aceptable, pero solo en ciertos casos. Y descarta que sean un anuncio irrefutable de calamidades próximas.
El sabio analiza dos tipos de causas: superiores en inferiores. Según las primeras, "los monstruos nacen por especial y justa disposición de Sumo Autor y otros por la fuerza de los aspectos e influjos de los astros". El otro tipo, las causas inferiores, "aquellas que pertenecen más a los médicos", se refiere a las deficiencias en el útero de la madre o al "defecto de la materia" que motiva, por ejemplo, el nacimiento de gigantes o enanos. Esta segunda parte es extensa y compleja, propia para una arqueología médica, pero da cuenta de un conocimiento depurado para esos tiempos. Nadie mejor que Peralta para estudiar el caso.

EL ALMA
Hecha la descripción, quedaba un punto fundamental: ¿El monstruo de Lima tendría alma? Y si la tenía, ¿sería una o dos almas? La respuesta de Peralta, tras un análisis basado en argumentos de todos sus predecesores: En principio, como ser nacido de otro ser animado, debía tener un impulso vital, una esencia, un alma. La naturaleza de ese alma dependía de su origen. Por ejemplo, en los casos en que un monstruo provenía de la unión de humano y animal, su alma debía ser de un tipo totalmente distinto a ambos.
Para saber si al monstruo de Lima le correspondía una o dos almas, Peralta tuvo que averiguar cuál era el depósito, la fuente de la vitalidad. Algunos estudiosos señalaban al corazón como refugio del alma. Otros atribuían esa función al cerebro. El estudioso sanmarquino se inclinó por la segunda tesis, en el entendido de que uno puede hacer cosas con instrumentos aunque sin emociones, pero no con emociones sin instrumentos. El cerebro antes que el corazón. "De las veces que se hallare duplicado este miembro superior del hombre, se hallarán regularmente dos almas, aunque en lo demás no se encuentre más que un cuerpo. Por el contrario, donde solo se encuentre una cabeza, existirá solo un alma, así en lo restante se encuentren dos cuerpos y dos corazones".
El estudio de Pedro Peralta Barrionuevo es un esfuerzo original y valioso en la historia de la ciencia producida en el Perú. "El saber médico vigente estaba basado en los autores griegos Hipócrates y Galeno, saber muy poco cuestionado en la Edad Media y cuyo sustento filosófico formuló Aristóteles en su cosmología", dice la interpretación del equipo de San Marcos, que ha rescatado el texto en un libro de próxima aparición sobre los aportes de esa universidad a la ciencia en el Perú. Peralta hizo un trabajo exhaustivo y apasionado sobre una materia recóndita en su tiempo. El caso del monstruo de Lima debió estremecer a hombres de ciencia y a pobladores de la calle en esta ciudad propensa a las leyendas. Un grabado de esos días muestra a la criatura sin afanes terroríficos, con inocultable admiración por lo desconocido. Es una imagen hermosa y terrible. La criatura yace muerta de nacimiento. Su humanidad insólita es otro enigma de la naturaleza. Alguien tenía que resolverlo con un bisturí.

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HISTORIA DE UN ÍCARO A LA LIMEÑA

En el año de 1746 ocurrió en Lima un episodio que quedó pintado como una tradición de Ricardo Palma: un hombre dijo tener la fórmula para volar. Se llamó Santiago Cárdenas, aunque quedó bautizado para la historia como Santiago, El Volador. Había sido marino, pero tras el naugrafio de su nave regresó a la capital. Fue aquí que, fascinado con el vuelo de las aves, se propuso imitarlas.
Pasó los doce años siguientes desarrollando un invento que le permitiese volar. Cuando lo tuvo, presentó un memorial al virrey Amat y Juniet en el que le solicitaba ayuda económica para construir su máquina. El gobernante envió entonces un oficio a la Real Audiencia, la cual encargó un informe al sabio Cosme Bueno, que entonces era catedrático de prima de Matemáticas en San Marcos.
"Mientras don Cosme Bueno, el hombre de más ciencia que por entonces poseía el Perú, formulaba su informe, era este asunto el tema obligado de las tertulias", cuenta el tradicionista Palma.
El episodio se complicó cuando se propagó por toda la ciudad el chisme de que Santiago Cárdenas iba a realizar una demostración en el cerro San Cristobal. Cuando la multitud que se reunió en el lugar se dio cuenta de que no iba a pasar nada, amenazaron al inventor con agarrarlo a pedradas si no hacía el intento. Cárdenas tuvo que ser rescatado por un contingente de tropa enviado por el virrey.
Palma menciona que Cosme presentó un informe demoledor contra las teorías de Santiago, El Volador. Ese texto, poco difundido, ha sido rescatado también por los investigadores de San Marcos. Se llama "Disertación, sobre el arte de volar" y está fechado en 1768. El texto sirve más a manera de curiosidad, porque Bueno niega rotundamente esa posibilidad: "Este arte trocaría enteramente la faz de la tierra, pues nos veríamos obligados a abandonar la habitación de los pueblos y aún de los campos y a buscar asilo en los cóncavos de las peñas o en subterráneos ¿Qué seguridad podrían tener las leyes, aún las más sagradas, si una tropa de malhechores robustos y atrevidos se armaran impunemente contra el resto de los hombres? Otras obras de Bueno fueron más afortunadas.