sábado, enero 14

La mano dura de Tom Wolfe

PERFILES. La novela "La hoguera de las vanidades" lo convirtió en un ícono de la literatura estadounidense. Cada obra suya es presentada como un acontecimiento, más allá de sus méritos. El Comercio lo ubicó hace unas semanas en un encuentro para periodistas en Boston.

POR DAVID HIDALGO VEGA

Tom Wolfe es un dandy con yeso. Tiene el estilo de vestir de un gángster de la era de Al Capone: el costoso traje de color crema contrasta con la camisa azul, los zapatos claros y cómodos le dan un aire de desenfado que acentúa su elegancia. Es la tenida clásica de Wolfe, la que luce en todas las fotografías de entrevistas en diarios o revistas, la que aparece en la solapa de sus libros. Debe tener decenas de trajes como ese en su ropero. No es un tipo sobrio. Al contrario, parece disfrutar el destello que emana de su tenida, como una estrella de rock pesado luciría el último tatuaje sangriento sobre la piel. Usualmente completa el efecto con un bastón a la antigua o un sombrero de Panamá, de los que adornan su estudio en Manhattan, pero esta vez lleva un vistoso guante medicinal que cuelga de su cuello con una banda de tela. Incluso con ese artefacto nada elegante, el escritor sabe manejarse con estilo, hasta hace bromas, aunque sea evidente que le fastidia presentarse así.

¿Qué le pasó realmente en la mano?- le pregunto. Minutos antes, ante un auditorio de periodistas, ha ensayado una broma acerca de un percance que casi lo libra de enfrentarse a un interrogatorio. Ahora la matiza.
-Según las técnicas del nuevo periodismo, te contaría que fui atacado con un martillo y me defendí con el brazo -bromea simulando una pelea-. Pero en realidad tuve un problema en los tendones de la mano. El médico ordenó que me pusiera esto. Ya estoy mejor, pero es muy doloroso.
No es la primera vez que sufre un problema parecido. Cuando estaba escribiendo su última novela, "Yo soy Charlotte Simmons"--publicada a fines del 2004--, un dedo magullado truncó su primera experiencia de escribir un libro en computadora. Tuvo que terminarlo a mano. "Podría ser la última novela escrita de ese modo", le dijo a un reportero británico que llegó a visitarlo a lo que describiría como un departamento "extravagantemente hermoso".
Wolfe es extravagante en varios sentidos. El Sherman McCoy de "La hoguera de las vanidades" --está dicho-- usa trajes claros y es un escritor. El observador que recorrió el mundo beatnik para su novela "Ponche de ácido lisérgico", el que reveló el mundo de los astronautas en "The Righ Stuff", o el de los magnates corporativos en "Todo un hombre", parece sentirse por encima del bien y del mal. Una vez le preguntaron qué lo empujaba a escribir y dijo que solo pudo encontrar una respuesta en la Biblia presbiteriana: "La primera pregunta es: ¿Quién creó el cielo y la tierra? La respuesta es Dios. La segunda pregunta es ¿Por qué? La respuesta es interesante: "Para su propia gloria". Así que usé esa respuesta. Probablemente fue una respuesta más honesta que la mayoría". Ahora, ante el ambiente liberal de Harvard, Wolfe exhibe esa vanidad de autor consagrado que a unos seduce y a otros irrita.

PALABRAS CONSAGRADAS
El presentador fracasa en disimular sus nervios para presentar al escritor, pero el auditorio de mil reporteros y escritores estadounidenses se muestra complaciente. No es fácil dar pie a un hombre con esa fama. De hecho, el ingreso de Wolfe se parece al de un artista, más que al de un escritor. El hombre está parado detrás de todas las sillas, donde nadie puede verlo. Cuando mencionan su nombre, inicia el camino hacia el estrado en medio de aplausos. Es una entrada histriónica y calculadamente triunfal. Solo falta la música. El hombre sabe qué terreno pisa. No hace mucho, en otra de sus polémicas mediáticas, Wolfe acusó a la inteligencia liberal de Nueva York --de EE.UU. en general-- de estar despistada respecto a lo que pasa en su país. Y ahora debe dar una charla magistral en un ambiente marcadamente liberal. Se me ocurre la imagen del lobo en la boca de otro lobo.
'Me alegra que haya mucha gente interesada en el periodismo narrativo, pero me gustaría que hubiera más lectores", ironiza de entrada. El hombre sabe ganarse a su auditorio. Sabe ponerse en el lugar de un colega que habla para otros colegas. Uno de sus recursos es el tópico de que "la imaginación de un novelista es inútil frente a lo que va a leer en el periódico al día siguiente". Hay argumentos de la realidad, dice el escritor, que ya hubieran querido varios de los más audaces contadores de historias. "(El caso de) Paris Hilton es un ejemplo. No creo que ningún novelista hubiera escrito sobre la heredera de un imperio económico que cobra miles de dólares (por su presencia) gracias a haber aparecido en un video pornográfico. Eso desafía la imaginación de cualquier novelista', señala. El auditorio se carcajea.
Wolfe intenta entonces una exhibición de su célebre capacidad para leer las actitudes de su sociedad. 'Su éxito -dice sobre la dislocada heredera Hilton-- representa una de las mayores historias en América: la antimoralización de la actividad sexual. Ahora, hay una sola actividad sexual considerada inmoral: la pedofilia. Todo lo demás vale'. Que toque el tema con ese aire de autoridad parece una jugada de viejo zorro. Se supone que él conoce de lo que habla porque, hasta donde indica la propaganda, ha pasado los cuatro últimos años investigando las veleidades de los universitarios ricos para construir los personajes de 'Yo soy Charlotte Simmons'.
En la novela, la protagonista es una joven pueblerina que llega a una universidad de élite, Dupon University. Allí ve confrontada su educación tradicional con personajes envueltos en un carnaval de sexo, drogas y otros relajos. Al final es seducida por ese ambiente. El libro ha tenido éxito de ventas, como se espera de una obra de Wolfe. Incluso ha regresado a la lista de best sellers de National Campus, casi un año después de su aparición. Pero la crítica ha sido despiadada. Ha dicho poco menos que su novela es tan superficial como un guion de la serie juvenil "Beverly Hills" o un proyecto de película perfecto para Britney Spears.
El autor, por el contrario, parece pensar que ha dado otro batacazo. "Este es un momento extraordinario en la historia de una nación", dice ahora a quienes le escuchan en esta tarde tan fría como esas críticas. Tiene una mano enyesada y esta sería una ocasión única para que sus detractores le devuelvan algo de la ironía que él suele destilar. Una ocasión para satirizar su manera de escribir. Hay voces que se han burlado de su estilo de una manera lacerante. El escritor John Irving ha dicho en palabras más crudas que Wolfe apenas si sabe escribir. El no menos famoso John Updike escribió en el "New York Times" que el libro "Todo un hombre", la anterior novela de Wolfe, "ni siquiera es literatura de la más modesta aspiración". Pero el ataque más filudo vino de Norman Mailer, otro gigante de la narrativa norteamericana. "(Leer a Wolfe) es como ser seducido por una mujer de 300 libras. Una vez que llega a la cima, o te enamora o te asfixia", dijo el autor de "Los desnudos y los muertos". Wolfe, rápido para la respuesta, los etiquetó como "Los tres chiflados".

TODO UN PROFETA
Un año antes, en este mismo encuentro, le escuché al propio Mailer una diatriba corrosiva contra la guerra en Iraq. Que Tom Wolfe esté parado en su lugar es casi igual de irónico. Espero, como varios, que Wolfe suelte ese discurso suyo sobre la guerra de Iraq, que alguna vez ha llamado "la excursión". Que diga algo de las simpatías que guarda hacia Bush, casi como una respuesta a la sátira de Mailer. No lo hace. No le voy a escuchar decir cosas como que: "Estamos viviendo en la Roma del siglo XXI [...] Este ha sido el siglo americano y no veo por qué el siglo XXI no pueda seguir siéndolo", según declaró a una publicación académica. Está claro que el tema político no va a estar en la agenda de hoy.
Wolfe insiste en dar unos consejos para periodistas que se creen escritores. El llamado padre del Nuevo Periodismo no cree en Internet. Él, que hasta hace poco escribía sus novelas a máquina, asegura que la red no ha traído nada revolucionario al mundo de los escritores y, menos aun, de los lectores. "¿Quién quiere leer en una pantalla de vidrio?", se pregunta este autor septuagenario que se resiste a la fatiga de escribir historias de más de 600 páginas. Más risas del auditorio. Una reportera joven le preguntará en unos minutos si los web logs, esos diarios virtuales que pueden ser publicados por cualquiera, podrían hacer una revolución. "Tendrían que ser muy interesantes. A lo mejor así podrían", responde el escritor.
Cuando la charla ha terminado, me provoca repetir algunas preguntas. Wolfe contesta con esa elegante amabilidad que puede ser sarcástica si no la sabes dominar. Le pregunto si cree que el periodismo está en crisis a raíz de casos como el de Judith Miller o Jason Blair y me responde que, de haberlo creído, no estaría aquí. Le pregunto que si todavía suscribe lo del nuevo periodismo y me dice que la receta es válida: una dosis de escenas, diálogos, detalles y opinión.

¿Qué está escribiendo ahora?
-Estoy trabajando en algo sobre la inmigración. Tú sabes, este es un país de inmigrantes. Y siguen llegando desde Rusia, Medio Oriente, de todos lados. Será una gran historia.

Su hija lo espera. Debe irse. Esta tarde ha firmado demasiados autógrafos y la mano derecha le pesa. La necesita para defenderse, no puede parecer débil. Nunca se lo permitiría.

Chomsky va a la Iglesia

NOAM CHOMSKY. Es el intelectual vivo más importante del mundo. La octava fuente más citada. Un pacifista acérrimo. El Comercio lo visitó en Boston

DAVID HIDALGO VEGA
Tienes que estar preparado para que Chomsky te empuje de cara a la realidad. Debes tener la mente abierta a que revuelque tu información. Sabe demasiado. Es alguien que puede decirte cuál es el último modelo de bomba utilizado por Estados Unidos en alguna de sus guerras en el Tercer Mundo, si tiene forma de fruta o de qué manera destrozará a un ser humano. Es alguien que te dirá, con números, nombres y apellidos por qué no debes creerle a los periódicos estadounidenses. Algunos no le perdonan que sepa tanto y otros lo adoran por eso. Hace algunas semanas, una encuesta internacional realizada por la revista británica "Prospect" lo señaló como el intelectual vivo más importante del mundo. Tuvo el doble de votos que su inmediato seguidor, el italiano Umberto Eco. Y el triple de los votos obtenidos por el filósofo alemán Jürgen Habermas.
El comentarista de la encuesta dio dos razones por las cuales pocos, ni siquiera quienes rechazan su postura de izquierda, se sorprendieron con los resultados. La primera es su rango intelectual: es un opinador tan brillante como lo es en la lingüística, su especialidad. "Segundo, y más importante, Chomsky pertenece a una tradición que remite a Zola, Russell y Sartre: un gran pensador o escritor que le habla al gran público sobre los temas de su tiempo antes que las minucias de la política". Tienes que estar preparado: Es una inteligencia que camina.

SERMÓN DE PAZ
Chomsky es un pacifista visceral con apariencia de profesor de secundaria. Lo compruebo una tarde en que él tiene el gesto de dar una charla benéfica para Bikes not Bombs, una organización que recolecta bicicletas para repartirlas en países azotados por la guerra, desde Ghana hasta Nicaragua. El título de su exposición ya es una denuncia: Guerra y Terror: Víctimas en el Extranjero, en Casa y en el Mañana. En la Iglesia Congregacional Central de Jamaica Plain, un barrio alejado de Boston, la situación no deja de ser curiosa: Chomsky, que varias veces se ha referido a las religiones como "creencias irracionales", habla desde el púlpito. La gente en la platea aguarda sus palabras con el silencio que se esperaría en el último sermón de un papa.
El hombre hace un desglose de los gastos militares de EE.UU. y los recortes presupuestales para salud o educación; cuenta que Estados Unidos comparte con Albania "el honor" de ser los únicos países que no aceptan la jurisdicción de la Corte Penal Internacional; describe con puntos y comas las "masivas guerras terroristas" desatadas por EE.UU. para dominar el planeta. Su información es tan abundante y de tantos puntos y tan concluyente que uno se pregunta en qué mundo estuvo parado hasta hace unos minutos. El problema de los estadounidenses, explica él, es que no están enterados de nada.
"Cuando en marzo del 2004 los españoles votaron por entregar la responsabilidad (del futuro de Iraq) a las Naciones Unidas y retirar sus tropas de Iraq, fueron duramente criticados. Pero no escuché a nadie decir que esa es la misma posición que ha tenido una gran mayoría de estadounidenses por mucho tiempo", comenta.
Cuando Chomsky termina de hablar uno se siente abrumado. Te ha contado de tales fuerzas que manejan el mundo que solo te reconoces como una pieza, algo como la metáfora de los embriones en la película "The Matrix". Hay gente que lo busca al final para pedirle más datos. Otros solo lo saludan como agradeciéndole por haberles abierto los ojos. Un latinoamericano tiene que preguntarle por su tierra. "Estados Unidos tiene más tropas en América Latina hoy de lo que tuvo en todo el periodo de la Guerra Fría. Esta es la primera vez que las fuerzas militares estadounidenses son más numerosas que el personal civil de las principales agencias federales", dispara. No sabes si lo dice para desanimarte o para que te sientas acompañado en el dolor. Igual te provoca averiguar más: la octava fuente más consultada en el campo del conocimiento --según el Índice de Citas en Artes y Humanidades-- está a medio metro de ti.

¿Diría que es el peor tiempo para la democracia en la región?
No te puedes preguntar solo por la democracia a secas. Si la democracia va a estar combinada con neoliberalismo estará en mal camino. Si analizas lo que ofrece el paquete neoliberal, cada elemento está diseñado para minar la democracia, de la liberalización financiera a las privatizaciones. En algunos casos la privatización lo trasluce bien: privatizar algunos servicios significa extraerlos de la escena pública, donde la gente puede tener voz y ponerlos en otro espacio, en las manos de algunos. Observa la liberalización económica: como cualquier economista internacional sabe, si liberalizas las finanzas, eliminas las posibilidades de los gobiernos para tomar decisiones democráticas; todos los aspectos de la sociedad y la economía están en las manos de los inversionistas. Ese conocimiento contribuye a manejar nuevos estándares en las historias y las finanzas nacionales. De modo que si la democracia se va a combinar con lo que es un gran ataque a la democracia, a la gente no le va a importar ese sistema.

Es el curso por el que ha sido llevada Latinoamérica. ..
Pero ese ataque puede ser respondido. De hecho, Argentina se resistió a las órdenes del FMI. Brasil está haciendo parcialmente lo mismo. La gente dice que Chile es una economía de libre mercado, pero eso es falso. Su economía está largamente basada en una eficiente pero nacionalizada economía del cobre enfocada a la exportación. Entre Bolivia y Ecuador hay movimientos indígenas que son bastante serios. El pueblo indígena de Ecuador no solo quiere controlar sus recursos, ni siquiera quiere usarlos. Ellos no quieren destruir su hábitat para que otra gente pueda conducir sus camionetas en Boston.

Bush plantea que Chávez es una amenaza para la democracia. Lo ha convertido en un objetivo tan central como en su momento Castro para Kennedy.
No creo que Chávez sea una amenaza para la gente pobre de Boston que está recibiendo gasolina barata. ¿Cómo puede ser una amenaza? ¿Qué puede hacer contra Estados Unidos? Sería una amenaza si fuera el jefe de una mafia y alguien no estuviera pagando su protección. ¿Castro es una amenaza? ¿Va a conquistar Castro Estados Unidos? No. Conocemos la respuesta. Tenemos sociedades libres, tenemos mucha documentación registrada. Podemos escoger no mirarla, pero conocemos el plan con gran detalle. Conocemos los reportes de la CIA y el Departamento de Estado bajo la administración Kennedy y los primeros años de Johnson, (donde se dice que) el mayor problema con Cuba, no soy literal, era su exitoso desafío a la política de regresar a la doctrina Monroe (de intervención en América Latina). Eso no podía ser tolerado, ¿sabes por qué? Pregúntale a tu capo de la mafia favorito. El otro problema para la administración Kennedy, según documentos que ahora son públicos, es lo que Kissinger llamaba "la expansión de la idea de Castro de tomar los asuntos en sus propias manos", lo que podía atraer a otra gente en Latinoamérica a hacer lo mismo. Eso es peligroso para algunos: puede despedazar el sistema. Hubo una amenaza con la crisis de los misiles, sí, pero ese fue el resultado de una masiva guerra terrorista contra Cuba. No vino de la nada. La meta de Robert Kennedy era inundar de lágrimas el territorio cubano.

***
Nada parece escaparse a la capacidad de análisis de este hombre. Te habla de historia, economía y política con datos de los que no tenías noticia. Si le preguntas qué razón había para el ataque a las Torres Gemelas no lo va a justificar, pero te va a decir que en 1998 Bill Clinton ordenó un ataque a una planta química en Sudán que parecía ser una fábrica de armas biológicas y en realidad era una fábrica de medicinas. El guardia sudanés muerto en ese ataque y las diez mil personas que fallecieron en ese país por falta de esas medicinas sufrieron una masacre peor que la de las Torres Gemelas, te dirá. Y no le va a importar si el dato te horroriza o no.
Pero Chomsky tiene una asombrosa habilidad para hacer de lo que sabe una síntesis entendible para el mortal más inaprehensivo. De hecho, a diferencia de otros intelectuales de su talla, puede decirse que forma parte de la cultura popular. El cantante Bono, líder de la banda U2 lo ha llamado "El Elvis Presley del mundo académico". Y en alguna oportunidad recibió una invitación del grupo REM para que participara en una gira: en lugar de otro grupo telonero, los músicos lo querían a él dando una charla sobre lo que pasa en el planeta. Chomsky no aceptó. Le pareció que tenía mala voz.

PAZ ARMADA
Chosmky trabaja en un edificio de apariencia futurista que hasta hace unos años fue el llamado Edificio 20. El lugar fue famoso en su tiempo porque albergó a lo mejor de la inteligencia científica de Estados Unidos. Allí se hicieron los primeros experimentos con electrónica. Por sus pasillos caminaba gente como Norbert Wiener, ese genio que hablaba trece idiomas, pero que debía preguntar para saber si iba o venía de almorzar. Científicos de varias disciplinas, desde la tecnología a la lingüística, se cruzaban e intercambiaban ideas en un ambiente librepensador. Había perros y niños jugando por los rincones de los pasillos y laboratorios, porque algunos científicos detestaban la idea de regresar a casa. Era un lugar tan extravagante que una revista de su época lo bautizó como "La incubadora mágica". El nombre decora el hall de la nueva construcción.
Curiosamente, en ese mismo edificio hubo un departamento dependiente del ejército estadounidense dedicado a la investigación en tecnología militar. Incluso hoy, en el mismo edificio del Instituto Tecnológico de Massashussetts donde trabaja el pacifista más famoso del mundo hay un salón dedicado a la poderosa corporación Lockheed Martin, una de las principales proveedoras del Departamento de Defensa de EE.UU. El iconoclasta Chomsky le ha puesto un sobrenombre de su cosecha: "invernadero para el desarrollo de armas".

China es ya una potencia real. Su presencia se siente en todo el mundo.
El problema con China (para EE.UU.) es que no puede ser intimidada. Ellos no son como los europeos. Si tú les dices qué hacer te mandan al diablo. Hacen lo que quieren. El sistema de China funciona hace más de tres mil años, son el centro del mundo y los demás son bárbaros. Hace menos de 100 años eran más o menos presionados por los europeos, pero ahora han recuperado su propia posición. En el tema del poderío nuclear Estados Unidos los está empujando a desarrollar un sistema de defensa ofensivo.

¿Debemos estar tan alarmados como en la Guerra Fría?
Ellos no lo habían hecho antes. China estaba liderando esfuerzos para avanzar en el desarme nuclear, para parar la carrera espacial, pero si es amenazada por la mafia, lo van a hacer. Y la administración de Bush está empujando a China a una posición en que podría destruir a Estados Unidos por accidente. Tú sabes que uno pone sus misiles en posición de ataque. Estados Unidos posee un sistema mucho más sofisticado y tiene cientos de accidentes. Y si la intervención humana no puede evitar una falla, tenemos dos minutos para correr.

Con la información que usted maneja, y ofrece en sus libros, el panorama futuro puede resultar deprimente.
Yo no lo veo así. Yo creo que hay esperanza. Lo que pasa en Latinoamérica me parece esperanzador. Las posibilidades de los estadounidenses me parecen extremadamente esperanzadoras. Puedes apostar a eso. Por qué la gente no podría hacer aquí lo que hizo en Brasil. Quiero decir, Lula puede haber sido decepcionante en varios sentidos, pero ese es un país donde a pesar de tener un Estado muy deprimido, una enorme concentración de la riqueza, altas cifras de analfabetismo y pobreza, y a pesar de todo la gente ha sido capaz de elegir a su propio presidente. Un líder sindical, apenas con educación superior, que nunca apareció cada cuatro años a decir: voten por mí. Él estuvo en el Partido de los Trabajadores, en el movimiento sindical. Esa es la base de la política. ¿Si eso pasó en Brasil, por qué no puede pasar en Estados Unidos?

Pero ha habido mucha violencia para llegar a esto.
No podía ser de otra forma con dictaduras apoyadas por Estados Unidos. Nosotros no tenemos ninguno de esos problemas. Cuando la gente aquí dice que no se puede, me parece una broma. Pudo pasar en Bolivia, en Brasil, incluso en España. En España tuvieron elecciones democráticas y votaron por un tema del que nosotros ni podemos hablar: que las tropas estén bajo el control de Naciones Unidas. Por eso, cuando la gente dice: no sé qué hacer, uno solo puede reírse. Nosotros estamos en una posición que es un regalo de la gente que estuvo antes que nosotros. Las libertades no vienen solas. Echa un vistazo a la historia. Incluso la libertad de expresión, que es una de las mayores preocupaciones en EE.UU. es fruto de un gran esfuerzo. Mira los derechos civiles, son fruto del movimiento de los años sesenta.

Usted habla de las Naciones Unidas, pero en los últimos años ha caído en un tremendo desprestigio.
¿Pero qué es lo que impide actuar a las Naciones Unidas? Estados Unidos. Es fácil responder a estas cuestiones. Podemos tener confianza.

***
Hay gente que no está de acuerdo. Sus detractores dicen que él nunca va a reconocer que se ha equivocado. Hay quien incluso sugiere --cuando los argumentos contra él fallan-- que Chomsky es un exagerado o que ha perdido contacto con la realidad. Entonces sería bueno que te sentaras y lo escucharas. O que leyeras sus libros. Vas a ver que nunca antes comprendiste dónde estabas parado.

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LA FICHA
NOMBRE: Noam Chomsky.
EDAD: 77 años.
LUGAR DE NACIMIENTO: Philadelphia, EE.UU.
TRAYECTORIA: Lingüista, actualmente es profesor en el Instituto Tecnológico de Massashussetts (MIT). Escribe sobre temas de actualidad, política internacional y de su especialidad.
PUBLICACIONES: Tiene varias decenas, entre ellas destacan: "El gobierno en el futuro" (2005); "Secretos, mentiras y democracia" (1994) y "Lo que el Tío Sam realmente quiere" (1992).

sábado, enero 7

Pobres enfermos los de antes

EXPEDIENTE. Una reciente novela rescata la antigua creencia de que el dolor de muelas era causado por un gusano. Un estudio reeditado del célebre psiquiatra Hermilio Valdizán consigna que una conjuntivitis salvó al Imperio Incaico. La historia de la medicina tiene episodios alucinantes

POR DAVID HIDALGO VEGA

Un par de ojos sanguinolentos salvaron al Imperio Incaico de una de sus peores conspiraciones. El príncipe heredero Tito Cusi Huallpa había sido secuestrado por el rey de los Ayamarcas, despechado porque la madre del muchacho, una princesa de Huallacán, había sido ofrendada como esposa a Inca Roca. Todavía el Cusco era un señorío emergente, amenazado por los reinos vecinos y la conjura era una muestra de su debilidad. Según la leyenda, en el instante en que iba a ser asesinado, el niño lloró lágrimas de sangre. Sus captores quedaron aterrados ante el prodigio. Creyeron que era una señal divina, el enojo del cielo por la afrenta al hijo del inca, y lo enviaron de regreso. En realidad se trataba de un cuadro de conjuntivitis crónica que marcó la historia del Perú precolombino. Cuando subió al trono como séptimo inca, Tito Cusi Huallpa aprovechó su dolencia con una hábil jugada de márketing: se hizo llamar Yahuar Huaca, "el que llora sangre".
En el libro "Historia de la medicina peruana", que acaba de ser reeditado por el INC, el célebre psiquiatra Hermilio Valdizán rescata ese episodio para explicar que en la época no había manera de saber que se trataba de un simple mal de los ojos: "Las oftalmopatías no debieron ser raras entre los primitivos habitantes del Perú y la ceguera, la forma más grave de ellas, debió ser relativamente frecuente, a juzgar por las muchas veces que encontramos representaciones de ella en la cerámica peruana".
En el mundo andino había médicos para toda clase de malestares e inquietudes. El cronista Miguel Cabello de Balboa recoge la versión de una especie de faquires andinos que "andaban desnudos por los lugares más apartados y sombríos de esta región". Los llamaban huacacuc. Dice que se dedicaban a meditar y hacer adivinanzas y que tenían la facultad de mirar directamente al sol para descifrar sus respuestas. Había también curanderos llamados calparicuqui, que podían saber cuánto viviría un hombre con solo leer las vísceras de aves y corderos; los viropiricos, que leían la suerte en el humo que botaban la grasa ardiente de animales; los achicoc, que lograban lo mismo a partir de granos de maíz salpicados sobre estiércol. Había curanderos buenos y malos, populares y de la élite. Martín de Murúa habla de los galenos de la corte: "Tenían los ingas siempre consigo un médico, que llamaban ambicamayo, aunque sin este había otros muchos en el palacio real, y con estar dentro no podían visitar a ningún enfermo sin licencia del inga, ni los barberos sangrar ni sacar muelas sin que el inga les diese licencia primero".
Esto de las prácticas odontológicas tuvo un uso menos sofisticado: solían arrancar muelas como castigo. Los dientes se usaban para aplicaciones en cierta clase de trofeos. Esto supone la existencia de especialistas "precursores del dentista moderno", "a menos que tal operación, llevada a cabo con finalidad exclusivamente represiva, hubiese sido realizada sin el menor cuidado y en forma que, en vez de representar una extracción de dientes, hubiese sido más bien una destrucción traumática de piezas dentarias", comenta Valdizán.
Una de sus preguntas más interesantes en este punto es por qué los Incas, tan previsores en construir tambos, caminos y grandes obras de infraestructura, no tuvieron una institución donde se atendiera específicamente a los enfermos, una especie de hospital. "Tal vez para no provocar el enojo de aquellas mismas divinidades que habían enfermado al hombre a título de castigo", supone.

TEMOR OCCIDENTAL
Contada de esta manera, la medicina precolombina tiene un matiz de barbarie. Pero antes y después se produjeron en Europa episodios tan o más delirantes, crisis colectivas como las que abundaron a raíz de las pestes entre 1348 y 1720 a lo largo del continente. Lo desconocido siempre encuentra explicación en lo inverosímil. "Hasta finales del siglo XIX se ignoraron las causas de la peste, que la ciencia de antaño atribuía a la polución del aire, ocasionada a su vez por funestas conjunciones astrales, bien por emanaciones pútridas venidas del suelo o del subsuelo", señala Jean Delumeau, experto en historia de las mentalidades religiosas, en el libro "El miedo en Occidente".
Para evitar la enfermedad, la gente limpiaba cartas y monedas con vinagre y usaba perfumes de lo más irritantes, cuando no alguna aplicación de azufre. En ciertos lugares, la gente "salía a la calle en período de contagio con una máscara en forma de cabeza de pájaro cuyo pico estaba lleno de sustancias odoríficas". El hombre de la Edad Media no relacionaba la peste con las ratas y menos con las picaduras de las pulgas. El panorama de hambrunas y putrefacción era dramático, como señala un cronista de 1630: la gente se abalanzaba sobre las carretas de verduras, "se hubiera dicho que parecían cabras hambrientas yendo hacia los pastos...Sobrevinieron luego enfermedades atroces, incurables, desconocidas por los médicos, por los cirujanos y por cualquier hombre viviente".
El remedio de entonces era aplicar sangrías a discreción y sacrificar caballos o bueyes. En la Italia del siglo XVII se pensaba que la peste era una plaga como las de Egipto. "Se la identifica como una nube voladora venida del extranjero y que se desplaza de comarca en comarca... sembrando la muerte a su paso". Algunos creían que se trataba de uno de los jinetes del Apocalipsis.
En medio de tales supersticiones, no era extraño que se apelara a procedimientos traumáticos. Un médico de Málaga escribía en 1650 que los cirujanos trataban de extraer los tumores de las axilas y de las ingles de los apestados. Según describe Daniel Defoe en el "Diario del año de la peste": "Algunos eran tan duros que no podían abrirlos con ningún instrumento, entonces los cauterizaban de tal forma que muchos pacientes morían enloquecidos por esta tortura". Los tratamientos podían ser peores que la epidemia. Realidad corroborada en una biografía sobre el médico alemán Philippus Theophrastus, mejor conocido como Paracelso, escrita por el respetado Honorio Delgado: "Quién ignora que hoy en día la mayoría de los médicos causan los mayores perjuicios a los enfermos tratándolos de la peor manera, pues están esclavizados a las palabras de Hipócrates, Galeno, Avicena y otros", había dicho el misterioso hombre a mediados del siglo XVI.

DELIRIOS MORTALES
Ejemplo evidente era la forma de tratar la locura. El historiador inglés Roy Porter afirma que las enfermedades mentales eran consideradas como evidencia de posesión demoníaca o tal vez de aberraciones hereditarias. "Los lunáticos y los 'idiotas del pueblo' quedaban comúnmente bajo el cuidado doméstico que, muy a menudo, consistía en negligencia o crueldad; a veces se los confinaba al sótano o se los enjaulaba en la porqueriza, a veces quedaban bajo la custodia de algún sirviente y, otras veces, se los echaba de la casa para que anduvieran por los caminos y limosnearan su alimento".
Las terapias fueron las mismas durante siglos: se sujetaba con correas y camisas especiales a los pacientes, se les aplicaba sangrías y purgas. Hubo el caso muy sonado de un hombre en Inglaterra que permaneció con una cadena al cuello durante años. Otro tratamiento del siglo XVII, heredado de los tiempos de la caza de brujas, decía que debía amarrarse al paciente para sumergirlo de improviso en una poza de agua fría. No era algo extraño: en esa misma época se pensaba que el dolor de muelas era causado por un gusano llamado Neguijón, al que se trataba de extraer con procedimientos propios de una carnicería (alucinada creencia que da pie a la reciente novela homónima del escritor Fernando Iwasaki).
En su libro "Breve historia de la locura", Porter da cuenta de que los manicomios no se inventaron para atender a los pacientes, sino para lucrar con su cuidado. "Tras las torturas y los asesinatos delirantes de la Edad Media y del Renacimiento, en los que se confundía la posesión demoniaca con el delirio y los desvaríos, y se buscaba rastros de brujería en las divagaciones de las ancianas dementes, sobrevino la crueldad y la degradación de los manicomios de los siglos XVII y XVIII, en los que las autoridades se servían de cadenas y látigos como instrumentos de trabajo", escribió el psiquiatra Aubrey Lewis en 1960. Incluso en el siglo XIX muchos asilos para enfermos mentales ni siquiera estaban a cargo de psiquiatras.
De estos delirios y varios más está regada la historia de la medicina. Algo hay que agradecer entonces a los inventores de analgésicos. Cuando un dolor nos provoca una mueca, habría que pensarlo: pobres enfermos los de antes.

lunes, julio 18

Trazos amargos de testigo

VERDADES. Edilberto Jiménez, miembro del famoso clan de artesanos ayacuchanos, publicará en unas semanas su primer libro. Allí mostrará los dibujos de la violencia política que hizo a partir de relatos de los campesinos de Chungui, un lugar donde el espanto no tuvo límites.

DAVID HIDALGO VEGA
Es curioso cómo el horror puede ser dibujado. En el cuaderno de Edilberto Jiménez, artesano de Ayacucho, hay una escena que lo resume: un hombre es quemado vivo mientras cuelga de los brazos amarrados a un árbol; un sujeto lo golpea con una rama mientras otro atiza la hoguera, a pocos metros de un primer cadáver. En otra imagen, un grupo de hombres degüella y apuñala a decenas de niños y mujeres indefensos. En una tercera lámina otro escuadrón de asesinos arroja a pobladores a un barranco infinito. No son líneas inspiradas en las pesadillas de un artista atormentado. Son los retratos hablados de lo que le contaron las víctimas reales.
Edilberto ha sido el médium de su espanto. Un día de 1996 empezó a dibujar los testimonios que encontraba por pueblos y caseríos. Con el tiempo, la gente empezó a pedirle que registrara a lápiz sus tragedias familiares. El portafolio es completo: matanzas de niños, ejecuciones de autoridades, violaciones sexuales masivas, ahorcamientos, fusilamientos. El antropólogo con sus manos de retablista supo interpretar las palabras que le llegaban entre sollozos. La prueba es el libro que publicara a fines de julio: "Chungui: violencia y trazos de memoria" (publicado por Comisedh).
Alguien le ha dicho que los personajes de sus dibujos son los mismos que aparecen en sus retablos , y no le falta razón. Son las mismas caras, los mismos gritos. El estilo viene de familia, el clan Jiménez, cuyo patriarca, don Florentino, falleció hace muy poco. Años atrás el propio Edilberto conmovió a los entendidos con sus retablos inspirados en la guerra. Ahora, en esa única dimensión del trazo sobre el papel, sus dibujos resultan tan dramáticos como las fotografías que han quedado de esos tiempos. Son los trazos de alguien que ha visto demasiado sufrimiento.

¿Qué te motivó a dibujar esto?
Mira, yo viví toda la violencia de Ayacucho. Empecé en el periodismo, con la locución radial. En esos días veías muertos en las plazas, cómo asesinaba Sendero, cómo caían los policías. Yo estudiaba Antropología. Y pensaba que estaba seguro como periodista, pero al final me daba cuenta de que era peligroso. Durante un tiempo tuve que buscar refugio en el local de la Cruz Roja. No te valían los documentos, las detenciones era arbitrarias. A mí me detuvieron dos veces en locales de la policía. Mi papá me sacaba porque la gente lo reconocía. Pero perdí un tío. Se lo llevaron a la base militar de Los Cabitos y nunca más se supo de él. Por eso mi familia se vino a Lima.
¿ Y tú por qué te quedabas?
Era algo curioso, como haberme casado con Ayacucho. Nadie entraba a las comunidades a recoger datos, no de la violencia, sino de las costumbres. Ese era mi trabajo para el programa. En 1996 trabajaba como responsable de la comisión de cultura de una ONG. Me mandaban para recoger información sobre tradiciones populares y en Chungui me toqué con una situación dramática. Era muy diferente a lo que había visto en otros pueblos. Escribí un artículo sobre ese lugar, pero luego me dijeron: aquí no ha pasado nada, todo ha sucedido más adentro, en la Oreja de Perro. Cuando llegué, vi pueblos que podría comparar con las invasiones norteamericanas a los pueblos vietnamitas. La gente había sido victimada. Como yo tenía ese programa por radio Huanta 2000, que llegaba a toda esa zona, la gente me reconocía y me contaban esas cosas, pidiéndome que fuera su interlocutor.
Te contaban historias muy dolorosas.
Sí. Por ejemplo, un día llegué a una zona cercana a un abismo y un comunero me dice que allí habían muerto su hija y su esposa, más de treinta mujeres, niños. Era un abismo espantoso, uno no podía ver dónde terminaba. Recuerdo que me agarré de unos ichus para inclinarme hacia abajo y vi un arcoiris, nubes chocaban a las paredes del abismo y salían disparadas. Los comuneros me decían: "Acá han sido aventadas, después de violadas".
¿Es cierto que arrojaban viva a la gente?
Sí, viva, sin piedad. Era difícil de contar lo que me iba enterando, porque yo trabajaba en una institución dedicada al desarrollo, no a los derechos humanos. Para hacer entender a mis jefes lo que pasaba yo tenía que dibujar. Les decía: miren, esto es lo que ha pasado acá.
Todavía era una zona peligrosa.
Yo corría mis riesgos: tenía que tomar fotos, llevar una grabadora. Tuve que preparar a un campesino, Daniel Huamán, quien era mi guía y conocía los lugares donde habían ocurrido las matanzas, había visto alguna. También iba con miembros del comité de autodefensa, pero yo tenía que comprar 50 balas para que nos protegieran. Mientras estábamos en una expedición asesinaron al gobernador del distrito de Chungui. El comité de autodefensa buscó a los asesinos. Y bueno, allá las cosas son muy diferentes: los ajusticiaron. De esas cosas yo dibujaba y mis trabajos empezaron a tener eco. Cuando se creó la CVR me llamaron para investigar en esa zona. Los comuneros ya me tenían confianza. Ahora estoy haciendo un registro de entierros clandestinos para la Comisión de Derechos Humanos (Comisedh). Siempre sigo comprometido y castigado con este tema.
¿Cuántos sitios han encontrado?
En total, 275 entierros clandestinos, solo en Chungui. Pero podrían llegar a 350 fosas.
La CVR señaló que esa ha sido una de las zonas más castigadas, pero para muchos todavía es un lugar desconocido.
Es una zona marginada, a un extremo de la provincia de La Mar, que limita con Apurímac y Cusco. Con decirte que recién en 1978 se creó un colegio en Chungui, nunca había tenido uno. La carretera solo llegó en 1999. Allí hay comunidades de zonas como Oreja de Perro, unos 15 a 20 pueblos, que bajan una sola vez al mes para una feria donde compran todas sus cosas, aceite, kerosene. Y de allí hasta la próxima.
Una vez hiciste una muestra allá. ¿Cómo reaccionó la gente?
Se emocionó. Un hombre agarró un cuadro y dijo: "Esto es lo que ha pasado con mi padre". Otro me decía: "Esto es lo que me hicieron". Yo me sentía culpable. Pero pronto llegaron personas que me decían: "Mi familia también falta", y me contaban lo que les había sucedido para que yo lo dibujara. Me sorprendió. Cuando la CVR entregó su Informe Final en la plaza de Huamanga, hice otra exposición, ya con 18 cuadros. El efecto fue parecido.
¿Qué consideras más expresivo ahora? ¿El retablo o el dibujo?
El retablo, siempre. Allí entra el color, la escultura, los movimientos. Es más vivo. Con el dibujo lo que hice es retratar los momentos dramáticos que he recogido. El retablo necesita tiempo y mi trabajo no me permitía sentarme a trabajar. Los dibujos eran más funcionales porque los hacía en tres fases. La primera era cuando me contaban y agarraba un lapicero para anotar. Luego volvía a donde estaba alojado y empezaba los primeros bocetos. Finalmente llegaba a Huamanga y había los dibujos finales.
Varias de tus escenas son estremecedoras. Alguna debió impresionarte más.
Hay una basada en la historia de un comunero que fue detenido, lo colgaron desnudo de un árbol y le prendieron fuego por abajo con algunos arbustos. El hombre que vio los hechos me describió como chorreaba la grasa. El torturado no llegó a morir. Lo bajaron y le cortaron las manos, pero tampoco murió. Entonces los militares lo aventaron a un abismo y, a pesar de todo, siguió con vida. Recién ahí le tiraron un balazo. Saber esa historia de alguien que presenció todo me hizo doler mucho. Por eso hice un dibujo muy detallado. Otro me contó llorando que una vez colocaron como a treinta personas en fila y los mataron con una sola bala de AKM. He oído historias terribles.
Me pregunto si publicarlas ahora es como cerrar un círculo.
Creo que es difícil terminar de dibujar. Todavía me falta, hay algo que me llama. Una vez, antes de empezar con esto, me perdí en una caminata con unas personas y por cierta parte encontramos una fosa. Todavía no se hablaba nada del tema y yo me quedé impresionado con lo que vi. Ahora creo que todo esto es cumplir con un deber con las armas que tengo. Tengo esa fe.
¿Qué dice tu familia de este trabajo que haces?
Mi mamá se horroriza. Yo tengo filmaciones y fotos de esa zona, Chungui, donde aparecen campesinos que todavía tienen balas alojadas en el cuerpo, mujeres que han sido torturadas para que mueran poco a poco, con tumores, problemas mentales, todo. Les he mostrado, pero una vez mi madre se puso a llorar y ya no quiso que yo fuera para allá. Por eso ya no les muestro, me abstengo. Han visto pocos de mis dibujos, no quiero que sufran con eso.

Legado de un hombre libre

PERSONAJES. Mañana Nicomedes Santa Cruz hubiera cumplido ochenta años. Varios investigadores de su obra han llegado a Lima para un coloquio de homenaje que reafirma su importancia en las letras peruanas. Su experiencia africana es de las menos difundidas

DAVID HIDALGO VEGA

Alguna vez el poeta de los octosílabos debió sentir que hablaba ante un auditorio de sordos. Acaso de oyentes selectivos que se reían con su gracia sin pensar mucho en lo que decían entre líneas sus palabras. En una entrevista de 1973, un periodista le preguntó: "¿Cómo ve el hombre Nicomedes Santa Cruz al poeta y al negro Nicomedes Santa Cruz? La respuesta fue un breve manifiesto: "Mi poesía no es negra. Mi poesía es humana, es del color de la sangre. ¿Han visto alguna vez un poeta amarillo o un poeta azul?". Podía parecer otro bonito juego verbal de un hombre al que la gente de su país ya identificaba como el hombre de las décimas. En realidad era el discurso de un pensador que estaba abriendo los ojos.
La primera señal ocurrió durante un viaje a Brasil, a inicios de los años sesenta. Hay una escena, relatada por el propio Nicomedes, que le produce un profundo impacto. Un día iba caminando por una avenida de la capital cuando se topó con un monumento a la nación brasileña. La escultura tenía cuatro figuras representativas: el colono portugués, el indio guaraní, el caboclo y el negro. "Cuando yo veo un negro en bronce, he sentido una emoción que hasta ahora me parece que lo viera", diría muchos años después al investigador Pablo A. Maríñez.
Era solo la primera de muchas señales que cambiaron su manera de sentir la herencia africana: consiguió literatura afrobrasileña y asistió a un congreso sobre el Tercer Mundo, en el que por primera vez conoció a personas venidas de África, delegados a esa cumbre de países pobres en la ciudad de Bahía.
En Brasil se dio cuenta de que los periódicos daban espacio a un amplio debate sobre el problema del negro. En los días siguientes, impresionado con todo lo que había recogido, se retiró a un pueblo llamado Feira de Santana, donde escribió décimas con un nuevo vigor: "América Latina", "Congo libre".
"Brasil marcó un cambio en Nicomedes: descubre que el afrobrasileño no reniega de su negritud, al menos una parte de ese grupo. Hay un orgullo étnico, mientras que en el Perú lo que se intentaba era borrar esa etnicidad por medio del mestizaje. En Brasil el negro no era algo exótico, raro, como aquí. Eso le impacta", explica M'Bare N Gom, catedrático senegalés que enseña en la Morgan State University, de Baltimore, Estados Unidos. "Esa experiencia, para mí, cambió mi vida", llegó a decir el propio poeta.
Al año siguiente publicó el poemario "Cumanana", su obra más celebrada y un éxito de ventas que logró colocar diez mil ejemplares en poco tiempo. En ese libro aparecen poemas de un fuerte acento afroamericanista. En la décima "Sudáfrica", el hombre invoca: "¡África, izwe lethu!"/ (¡África, Nuestra Tierra!)/ ¡África, Nuestra Tierra!/ Debe sernos devuelta! En "Congo libre" clama: ¡África, tierra sin frío, madre de mi obscuridad; cada amanecer ansío (3 veces)/tu completa libertad! Y en "Johanesburgo" sentencia: Y al problema del negro/ "Segregación racial"/el mundo permanece neutral [...] Cuando en Johanesburgo/llegue el 'Día de sangre'/debemos estar todos/ ¡Hijos de negra madre!
"Lo que me sorprende es que desde la distancia Santa Cruz se convierte en un combatiente más contra el apartheid. Conoce la realidad política africana porque habla de grandes líderes nacionalistas: Lithuli, Sobukwe, hasta el famoso Seku Turé, que propician el proceso de descolonización", dice N'Gom, quien acaba de disertar en un seminario sobre la relación del poeta peruano con África.
Nicomedes admira desde lejos ese proceso. "En sus lecturas descubre que hay un continente de 600 millones de personas que está bajo dominio exterior. Apenas Ghana, Etiopía y Liberia (que nunca fue colonia) son territorios libres", precisa el investigador. Pero las lecturas no le alcanzan para conocer la dimensión de lo que se gesta en esas tierras.

MADRE TIERRA
Hubo otro momento, decisivo, cuando en 1974 recibe una invitación para viajar a Senegal. Era para participar en un coloquio sobre La Negritud en América Latina. Nicomedes iba a disfrutar de ese viaje como si se tratara del retorno a la tierra natal. Su compañero de viaje, el dominicano Pablo Marínez, cuenta que el poeta se propuso absorber la experiencia con sus cinco sentidos. Visitaron varios pueblos, entraron a los mercados de Dakar, se mezclaron con la gente. Santa Cruz trataba de pasar desapercibido, en un intento de sentirse nativo de ese país.
En uno de esos paseos, llegaron a un barrio popular donde un grupo de jóvenes armaba una descarga musical callejera. "Después de llevar más de media hora presenciando el baile, me quedé estupefacto cuando Nicomedes se lanzó al ruedo, dando los pasos que cuidadosamente había observado. Creíamos, muy ingenuamente, que podíamos pasar desapercibidos, como unos más del grupo. Ya era tarde cuando nos percatamos de que allí, en el grupo de baile, todos sabían perfectamente que éramos extranjeros, visitantes, y que tras la pigmentación de nuestra piel, no podíamos confundirnos con los habitantes de Senegal". El idioma y los gestos lo delataban.
Fue una pequeña desilusión, a decir de Maríñez. Pero el poeta peruano tendría otra, mucho más profunda. Una catedrática de la Universidad de Dakar, Jeannette Kattar, lo había invitado a dar una conferencia sobre sus estudios culturales afroamericanos. Nicomedes se soltó con lo suyo. Los alumnos parecían encantados de escuchar a ese hombre venido de tan lejos, pero la profesora Kattar estaba furiosa. El discurso terminó entre aplausos. Pero Santa Cruz no recibió las gracias. La anfitriona le increpó: 'Si por estas cojudeces te han esclavizado 300 años, quieres 300 años más de esclavitud'. Ambos terminaron enojados ese día.
Lo que había molestado a la estudiosa africana sería una revelación para el autor sudamericano: había hablado desde una postura casi ingenua de su propia negritud. "En ese momento él estaba en busca de la oralidad, del testimonio, de decir 'Yo soy negro' como un acto político. Pero qué pasa en los sitios donde decirlo ya no tiene carga política y hay que decir más", comenta Lola Ponte Ramos, investigadora portorriqueña de la obra de Santa Cruz. "Nicomedes rescata a la madre, la abuela que viene de Angola, pero es un rescate de ancestría. La negritud (como movimiento) estaba mirando hacia el futuro: cómo se organizaba la sociedad, cómo se establecía un diálogo panafricanista", precisa.
Él mismo lo reconocería en una entrevista, varios años después. "El viaje a África tuvo, por un lado, una incidencia sobre la falsa negritud que uno asume. Porque cuando esa negritud latinoamericana se lleva al territorio africano, se evalúa y se le desprende de toda la cáscara, de toda la escoria que tiene, de muchas cosas demagógicas (...),y (obliga a) adoptar una actitud más austera, más real".
Nicomedes decidió devorar todo lo que se publicara sobre el debate de la negritud. "Esto es lo que no me dejaba ver el problema. Que la esclavitud negra se instala en América sin connotaciones racistas (...), que la discriminación racial es posterior a la esclavitud", dirá después. En los años siguientes, su inquietud se expresará en proyectos. Uno de los varios que tenía avanzados, era sobre el negro en el Perú. Pero los cambios políticos le cierran espacios. Hasta que decide irse del país, en 1980.
Pudo ser el ideólogo de la negritud peruana, pero se quedó sin piso. "El Nicomedes que fue incorporado al canon literario es el que hablaba un discurso compatible al discurso hegemónico. Mientras se quedaba en el espacio folclórico, estaba bien. Cuando empieza a tocar temas de contenido social, de denuncia, pasó a ser 'incomprensible'. De hecho, creo que eso contribuyó a su autoexilio en España", dice el profesor N'Gom. El otro aspecto de esa fractura es que no tuvo un relevo generacional. Nadie siguió el debate con la misma fuerza . Su obra más difundida fue la que hacía sonreír.
Habría que leer su legado con los ojos más abiertos. "A través de la poesía (se puede ver) la evolución ideológica de su obra", dice Martha Ojeda, autora del libro "Nicomedes Santa Cruz: Ecos de África en el Perú". Hay muchos que ya lo están haciendo en universidades de fuera. La idea es sencilla: Todavía hay ideas entre líneas no descifradas en sus décimas.


DECIMAS VERDADES
Padre Luthuli
Padre Albert John Luthuli
Jefe del Pueblo Celestial
Te canto con las últimas
gotas de sangre negra
que me quedan.
Ahora y hasta ahora
siento que debo hacerlo

Lo grito en matabele
que es lo mismo en swahili
y es lo mismo en zulú.
Lo grito en castellano
yo, tu hermano, mi hermano:
Sudáfrica y Perú

Llorad negros del mundo
Llorad hasta secar la última lágrima
Llorad hasta que estallen las pupilas,
Y con las cuencas negras y vacías
Aún seguid llorando
lágrimas de dolor y de silencio

DÉCIMAS DEL LIBRO "CUMANANA" (1964)

El monstruo de Lima

REVELACIONES. En noviembre de 1694 nació en Lima un bebe de aspecto aterrador. El erudito Pedro Peralta y Barrionuevo participó de la autopsia y escribió un libro insólito. La universidad de San Marcos lo acaba de rescatar de sus archivos, junto a otras historias alucinantes.

DAVID HIDALGO VEGA

El hecho ocurrió de madrugada, como es de esperarse en los episodios tenebrosos. Fue a las cuatro de la mañana del 30 de noviembre de 1694. Una joven limeña llamada Teresa Girón, de 19 años, tuvo un parto terriblemente difícil. La comadrona que la atendía supo que el bebe no estaba en buena posición, pero no tenía manera de intuir lo que se venía. "Salió afuera una pierna con movimiento... le echó agua la comadrona y procuró inclinar el parto a mejor figura y situación, cosa que no pudo conseguir... pues apenas recibido el sacro baño del bautismo... dejó de moverse el pie y la pierna, saliendo la otra pierna en igual estado, absolutamente falta de todo movimiento", dice el informe de los hechos. Los presentes debieron quedar aturdidos con la criatura que salió del vientre de esa mujer: tenía dos cabezas, cuatro brazos, dos piernas. Los médicos de la época no podían considerarlo un ser humano. Lo llamaron "El Monstruo". En realidad era un niño siamés.
Esa misma tarde, el erudito Pedro Peralta Barrionuevo recibió el encargo oficial de realizar una autopsia a la criatura. Los detalles están contenidos en un libro suyo publicado al año siguiente, 1695: "Desvíos de la naturaleza u el origen de los monstruos". Peralta, uno de los hombres más sabios de su tiempo, había estudiado Teología, Medicina, Matemáticas, Química y Botánica (además de dominar a la perfección ocho idiomas). Pocos años después sería nombrado catedrático principal y luego rector de San Marcos. Que se le hubiera asignado esa tarea, junto a otro reputado cirujano, revela la intriga que debió estremecer la Lima del siglo XVII.
"El Perú estaba prácticamente en su Edad Media. En esos días la gente solo vivía para rezar, confesarse y pedir por la salvación de su alma. Era una época de oscurantismo", explica el historiador Waldemar Espinoza, uno de los encargados de la investigación sanmarquina que ha sacado a luz este texto del también llamado Doctor Océano. La ciencia todavía evidenciaba influencias de las supersticiones populares. No se trataba de fantasías propias de las colonias. De hecho, el historiador francés Robert Mandrou ha escrito que en el siglo XVII circularon por Francia no menos de 340 títulos referidos a la brujería y otras manifestaciones demoníacas. En ese clima, la autopsia del monstruo de Lima debió ser tan sugestiva para los limeños como la supuesta autopsia del extraterrestre de Roswell, Nuevo México, para los estadounidenses de mediados del siglo XX.

LA NECROPSIA
El cuerpo fue colocado en una mesa para ser abierto. Era "un infante bicorpóreo... cada uno entero del pecho para arriba", indica Peralta en la descripción externa. Uno de los cuerpos era más robusto que el otro, los brazos más consistentes. La disección se inició por la parte normal, del abdomen para abajo, y arrojó que tenía un hígado muy grande, que cubría el estómago, y los intestinos también mayores de lo normal. En la parte superior se encontró que cada cuerpo tenía corazón, pulmones y vértebras independientes. "Esto da a entender que ha sucedido al principio del mismo modo que acontece en la generación de los mellizos", supone el autor.
El examen del cuerpo fue un desafío a los conocimientos médicos de la época. Peralta no solo describe detalladamente lo que encuentran en la exploración del cadáver, también debe explicar a qué se debió un nacimiento tan extraño. El hecho era tan insólito que el autor cita entre los escasos antecedentes uno que aparece en las crónicas del Padre Calancha. Era el caso "de una mujer nacida de una perra con la que se había mezclado necesariamente cierto hombre. De ella dicen que tenía una lista de pelo de aquel animal por todo el cuerpo. Habiéndola casado el padre, repugnaba la unión conyugal durante el tiempo en que los perros no se juntan, admitiéndola y aun solicitándola en aquel en que estos se desean".
El primer problema que se encarga de resolver el Doctor Océano es la definición de monstruo: "todo aquel compuesto animado en cuya producción no espontánea falta más o menos enormemente a su acostumbrado orden la naturaleza". Su esfuerzo teórico busca desentrañar nociones que iban desde un supuesto designio divino, una influencia antinatural de los astros, hasta el efecto de ciertos vientos, como sostenían diversos autores contemporáneos o anteriores a él. Muchas de sus ideas pretenden refutar las teorías escritas por Aristóteles.
Necesitaba responder preguntas tan específicas como qué grado de deformación indica que un ser es un monstruo, si los monstruos son solo los nacidos del género humano o también de los animales o las plantas, si el nacimiento de un monstruo era el anuncio de próximas catástrofes (idea que, dicho sea de paso, no ha dejado de aparecer con intermitencias hasta hoy).
Preguntas que no son extrañas en una época en que todavía debía resonar en parte de Europa el debate sobre los demonios y seres infernales. "Una cuestión muy discutida entonces era la de la licantropía- dice el estudioso francés Jean Delumeau en su libro 'El miedo en Occidente'-. ¿Los poderes infernales pueden metamorfosear a los hombres en bestias, sobre todo en lobos?". De hecho, Peralta señala una especie de monstruos que comprende a "aquellos que nacen con mezcla diversa a la especie humana, parte con miembros de esta y parte de cualquiera otra del género de animales".
En el libro que da cuenta de este caso, Peralta Barrionuevo evita al máximo las supersticiones recientes y hace un análisis exhaustivo, científico para su tiempo, de las causas que explican el nacimiento de los seres monstruosos. La idea de los vientos malignos le parece desdeñable; la influencia de los astros, más aceptable, pero solo en ciertos casos. Y descarta que sean un anuncio irrefutable de calamidades próximas.
El sabio analiza dos tipos de causas: superiores en inferiores. Según las primeras, "los monstruos nacen por especial y justa disposición de Sumo Autor y otros por la fuerza de los aspectos e influjos de los astros". El otro tipo, las causas inferiores, "aquellas que pertenecen más a los médicos", se refiere a las deficiencias en el útero de la madre o al "defecto de la materia" que motiva, por ejemplo, el nacimiento de gigantes o enanos. Esta segunda parte es extensa y compleja, propia para una arqueología médica, pero da cuenta de un conocimiento depurado para esos tiempos. Nadie mejor que Peralta para estudiar el caso.

EL ALMA
Hecha la descripción, quedaba un punto fundamental: ¿El monstruo de Lima tendría alma? Y si la tenía, ¿sería una o dos almas? La respuesta de Peralta, tras un análisis basado en argumentos de todos sus predecesores: En principio, como ser nacido de otro ser animado, debía tener un impulso vital, una esencia, un alma. La naturaleza de ese alma dependía de su origen. Por ejemplo, en los casos en que un monstruo provenía de la unión de humano y animal, su alma debía ser de un tipo totalmente distinto a ambos.
Para saber si al monstruo de Lima le correspondía una o dos almas, Peralta tuvo que averiguar cuál era el depósito, la fuente de la vitalidad. Algunos estudiosos señalaban al corazón como refugio del alma. Otros atribuían esa función al cerebro. El estudioso sanmarquino se inclinó por la segunda tesis, en el entendido de que uno puede hacer cosas con instrumentos aunque sin emociones, pero no con emociones sin instrumentos. El cerebro antes que el corazón. "De las veces que se hallare duplicado este miembro superior del hombre, se hallarán regularmente dos almas, aunque en lo demás no se encuentre más que un cuerpo. Por el contrario, donde solo se encuentre una cabeza, existirá solo un alma, así en lo restante se encuentren dos cuerpos y dos corazones".
El estudio de Pedro Peralta Barrionuevo es un esfuerzo original y valioso en la historia de la ciencia producida en el Perú. "El saber médico vigente estaba basado en los autores griegos Hipócrates y Galeno, saber muy poco cuestionado en la Edad Media y cuyo sustento filosófico formuló Aristóteles en su cosmología", dice la interpretación del equipo de San Marcos, que ha rescatado el texto en un libro de próxima aparición sobre los aportes de esa universidad a la ciencia en el Perú. Peralta hizo un trabajo exhaustivo y apasionado sobre una materia recóndita en su tiempo. El caso del monstruo de Lima debió estremecer a hombres de ciencia y a pobladores de la calle en esta ciudad propensa a las leyendas. Un grabado de esos días muestra a la criatura sin afanes terroríficos, con inocultable admiración por lo desconocido. Es una imagen hermosa y terrible. La criatura yace muerta de nacimiento. Su humanidad insólita es otro enigma de la naturaleza. Alguien tenía que resolverlo con un bisturí.

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HISTORIA DE UN ÍCARO A LA LIMEÑA

En el año de 1746 ocurrió en Lima un episodio que quedó pintado como una tradición de Ricardo Palma: un hombre dijo tener la fórmula para volar. Se llamó Santiago Cárdenas, aunque quedó bautizado para la historia como Santiago, El Volador. Había sido marino, pero tras el naugrafio de su nave regresó a la capital. Fue aquí que, fascinado con el vuelo de las aves, se propuso imitarlas.
Pasó los doce años siguientes desarrollando un invento que le permitiese volar. Cuando lo tuvo, presentó un memorial al virrey Amat y Juniet en el que le solicitaba ayuda económica para construir su máquina. El gobernante envió entonces un oficio a la Real Audiencia, la cual encargó un informe al sabio Cosme Bueno, que entonces era catedrático de prima de Matemáticas en San Marcos.
"Mientras don Cosme Bueno, el hombre de más ciencia que por entonces poseía el Perú, formulaba su informe, era este asunto el tema obligado de las tertulias", cuenta el tradicionista Palma.
El episodio se complicó cuando se propagó por toda la ciudad el chisme de que Santiago Cárdenas iba a realizar una demostración en el cerro San Cristobal. Cuando la multitud que se reunió en el lugar se dio cuenta de que no iba a pasar nada, amenazaron al inventor con agarrarlo a pedradas si no hacía el intento. Cárdenas tuvo que ser rescatado por un contingente de tropa enviado por el virrey.
Palma menciona que Cosme presentó un informe demoledor contra las teorías de Santiago, El Volador. Ese texto, poco difundido, ha sido rescatado también por los investigadores de San Marcos. Se llama "Disertación, sobre el arte de volar" y está fechado en 1768. El texto sirve más a manera de curiosidad, porque Bueno niega rotundamente esa posibilidad: "Este arte trocaría enteramente la faz de la tierra, pues nos veríamos obligados a abandonar la habitación de los pueblos y aún de los campos y a buscar asilo en los cóncavos de las peñas o en subterráneos ¿Qué seguridad podrían tener las leyes, aún las más sagradas, si una tropa de malhechores robustos y atrevidos se armaran impunemente contra el resto de los hombres? Otras obras de Bueno fueron más afortunadas.

En el patio de sus lamentos

EXPEDIENTES. Benedicta Ccanchi Espinoza luchó duramte ocho meses por salvar a su esposo enfermo del corazón. Necesitaba 10 mil dólares para operarlo. Un día salió a pedir ayuda y al regresar le informaron que había muerto. Otra historia de pobreza fatal en el Perú

David Hidalgo Vega

La biografía de la tristeza tendría que llevar su nombre. Tendría que decir algo así como: "Benedicta: Una vida que se precipita". O tal vez peor: "Historia de una mujer en el abismo". Mientras caminamos por el jirón de la Unión, sus palabras trazan ese retrato un golpe tras otro, su voz suena exánime. Hemos salido unos momentos del patio del hospital Dos de Mayo, donde su esposo, Romualdo Vera, agoniza sin que ella lo sepa bien. Ha pasado los últimos tres días en las bancas de espera, atenta a pedidos de medicinas que ya no puede comprar. Sus paisanos le han llevado fruta de vez en cuando, pero ella, lo sabré luego, se ha desmayado de hambre varias veces. Nos sentamos en un restaurante.
-El médico me ha dicho que si tuviera dinero, podría llevarme a mi esposo a una clínica -cuenta-. En dos semanas estaríamos en nuestra casa, me ha dicho.
-¿Cuánto cuesta la operación?
-Diez mil 800 dólares. Pero la clínica cobra treinta mil.
Benedicta Ccanchi Espinoza tiene 37 años, aunque debe llevar encima el peso de tres vidas. A mediados del año pasado su esposo empezó a resfriarse con frecuencia. En noviembre ya no pudo mantenerse en pie. En una clínica de Sicuani le dijeron que tenía un problema en el corazón. Solo en análisis y tratamientos Benedicta gastó sus ahorros de dos años que no llegaban a 900 soles. Vendió sus dos vacas, sus chanchos, algunas gallinas. Tuvo que hipotecar su casa en mil 500 soles a una profesora de un pueblo cercano. No le queda nada. Realmente nada.
ESPERANZA
Pasamos por la Iglesia de la Merced. En la portada de piedra hay un par de indigentes en hora de ruegos, vendedoras de estampitas, feligreses. Benedicta se persigna. Al menos los rezos son gratis. Todo lo demás es inalcanzable para ella. Un paisano le ha permitido alojarse en la caseta de triplay que alquila en alguna azotea de Lima. Otros se han ofrecido a pasar la noche en el hospital para que el frío y el cansancio no la devoren. Todavía le queda la solidaridad de lo precario.
A Benedicta la quiere todo Karhui, su comunidad, una villa de sobrevivientes a tres horas y media del Cusco. La quieren porque ha ayudado mucho. Hace tres años ella gestionó la entrega de DNI para 150 de sus paisanos, algunos de los cuales no figuraban en ningún registro oficial. Organizó a las mujeres para tejer prendas que ahora venden en una feria dominical. Logró que un banco abriera cuentas de ahorro para quienes quisieran juntar dos soles al mes. Pero los frutos son incipientes: algunos apenas llegan a los cuarenta soles. Con suerte juntarán cuatrocientos en los próximos cuatro años. No pudieron ayudarla demasiado porque finalmente son tan pobres como ella.
Todo lo que pudo traer fueron pedidos escritos de ayuda. Tiene una carta firmada por el gobernador, el teniente alcalde, el comisario, el fiscal, la enfermera y el técnico de enfermería, el secretario de la asociación de tejedores, el tesorero del comité de regantes, la tesorera de la asociación de artesanas, el ingeniero civil, varios campesinos con rúbrica o huella digital. "Es de condición económica de extrema pobreza", dice el escrito. El párroco de San Miguel de Pitumarca escribe con puño piadoso: "merece cualquier apoyo posible para conseguir una nueva vida".
Alguien le dijo que en Lima sería más fácil. Podría pedir ayuda en los canales de televisión. Tendría cerca al Congreso para buscar a su parlamentario. Pero ningún canal la ha recibido y lo más cerca del poder que ha estado es nuestro paseo por la Plaza de Armas.
-¿Dónde vive el Gobierno?, me pregunta.
Le señalo Palacio. Unos guardias bromean en la esquina de Desamparados.
-¿Tú crees que les puedo pedir ayuda?
-No lo creo-, digo para evitarle un desaire.
Caminamos. Cada cierto tiempo se descompone en gemidos tristes. Le prometo que pronto llegará ayuda. Se tranquiliza. Nunca me voy a perdonar el haberla ilusionado.
DESCONSUELO
La caminata por Lima la ha despejado. Recuerda que tiene a sus padres esperando noticias en el teléfono comunitario.
-No quiero llamarlos para que no se asusten, dice Benedicta.
Presumo que en realidad es para no enterarse de otra desgracia en esta racha que la golpea. Sus padres dependen de ella. Su hermana menor se está quedando ciega y el hermano mayor apenas puede mantener a sus cinco hijos en Arequipa, donde vive. No querrá saber que necesita más fuerzas. Ya no las tiene. La he visto chacchar coca para mantenerse firme, pero ayer tuvo otro de sus desvanecimientos.
Tenemos que regresar al hospital. Pueden estar llamándola para pedir más medicamentos y ella tendrá que salir a comprar con la colecta que le dieron sus paisanos hace pocos días, unos cuantos soles. En la puerta espera alguien que parece ser su sobrino.
-Espérame, papá. Creo que algo ha pasado-, dice Benedicta.
Su marido acaba de fallecer. Entonces sus ojos adquieren una expresión de vegetal sombrío, todo el cansancio de días le cae encima, todas las tensiones, todos los nervios contenidos. Creo que si la impotencia fuera mortal, ella caería en ese mismo instante. Le dan agua, la tranquilizan. En la caseta de espera hay otras tragedias en ciernes. Un hombre llega al borde de la desesperación.
-Señores, el balón de gas acaba de explotar. Mi esposa y mi hija están mal. Por favor, me faltan tres soles para las medicinas.
La gente en espera saca sus monedas. Benedicta abre su monedero y saca dos soles. "Nunca me negaron ayuda, yo tampoco me puedo negar", dice. La colecta suma quince soles. El hombre pide más. Alguien se da cuenta de que todo es mentira. El tipo sale de la caseta, da un nombre falso y se pierde por los pasadizos del hospital. Un silencio estupefacto desanima a los presentes. Benedicta, desde sus lágrimas, no se da cuenta de que ha sido engañada.
La muerte de su esposo se conoce rápido y algunos paisanos de Benedicta se escapan de sus trabajos para verla. Tendrás que pedir el cadáver, le aconsejan. Tendrás que recuperar los pagos adelantados. Tiempo, nos faltó un poco de tiempo. Ahora sería un pecado que volvieras a la nada.

Las últimas lecciones de vida

RELATOS. Numerosas experiencias en el mundo apoyan la idea de que un país puede cerrar sus heridas a partir de la educación. Un seminario h areunido en Lima a maestros que tratan de hacerlo en Camboya, Níger, Albania y Perú. Dos historias nos abren los ojos.

DAVID HIDALGO VEGA

Thavory Huot es una mujer pequeña, de facciones pacíficas. Su voz suena relajada y aligera el tono áspero con que parecen hablar todos los asiáticos aun en las conversaciones informales. Ella es camboyana. Trabaja como profesora en una universidad de su país, aunque su experiencia en las aulas se remonta a muchos años atrás, casi tantos como su tragedia personal. Thavory enseña a conseguir la paz porque conoce la guerra. Cuando era niña, Camboya fue secuestrada por un asesino en serie: Pol Pot. Su familia fue víctima de las crueldades cometidas por la guerrilla de los khmeres rojos, un régimen sangriento que en cuatro años apiló una montaña de un millón de muertos. "En ese tiempo no hubo escuelas, porque estaban prohibidas", recuerda. Su aprendizaje principal fue sobrevivir mientras otros desaparecían. Ahora usa sus recuerdos para enseñar.
Thavory tuvo una de esas vidas que se ve en las películas de clase B sobre prisioneros de guerra en aldeas asiáticas. "Mi familia y yo fuimos tratados como esclavos", dice la mujer con la calma que uno tendría para relatar un robo sufrido hace veinte años. A ella le robaron mucho más. Durante cada día de los tres años siguientes al triunfo de los khmeres rojos tuvo que deslomarse en un campo de cultivo de arroz. Había sido llevada junto a sus padres, sus hermanos y miles de personas de todas las regiones del país. Cultivaban y se morían de hambre y de cansancio. "La dictadura usaba el arroz para comprar armas a China", explica ella.
Un día sus dos hermanos escaparon del campo donde estaban recluidos. Una patrulla de khmeres rojos los capturó pocos kilómetros más allá. "Los pusieron junto a otros desertores en una fosa y les pasaron camiones encima", recuerda Thavory. Por su gesto sereno uno nota que ella ha contado ese episodio las veces suficientes para no quebrarse. Ocurre que es solo un episodio de todo lo que ha vivido. La muerte no le fue ajena. Había veces en que bastaba enfermarse para ser candidato al exterminio. Cierta vez ella amaneció con un dolor de cabeza tan intenso que la tumbó. "A los tres días oí que dos khemres hablaban de matarme porque estaba flojeando. Me levanté de inmediato, con dolor y todo", recuerda con una sonrisa que debe ser una especie de sublimación de su memoria. Porque toda su familia fue asesinada. Solo se salvó su madre.
Thavory recuerda que cada noche rezaba para seguir con vida. "Vi a muchos de mis amigos cuando los llevaban para ser ejecutados", recuerda. El miedo la hizo aferrarse a sus creencias budistas. Fue generosa con los demás como había sido su madre. Cuando los vietnamitas liberaron el país, ella se convirtió en maestra de escuela primaria. Luego dio clases de secundaria y más tarde pasó a ser catedrática. De ese modo pudo comprobar hasta qué punto el régimen extremista había destrozado a toda una generación. "Hubo muchos hombres que no fueron educados y que solo tenían un arma como sustento. Las mujeres empezaron a trabajar. Mientras los varones se entregaban al alcohol, las mujeres mantenían la casa". Algunos no soportaban la vergüenza de no ser jefes de familia y arremetían contra sus mujeres. La violencia política dejó una secuela de violencia doméstica.

SOBREVIVIR DOS VECES
Si sabe de esos efectos es porque se casó con un policía. Thavory lo considera la peor elección de su vida. Ella era una profesional en ascenso y él un hombre que ganaba un sueldo mínimo. Ella pagaba las cuentas mayores y él sentía "que perdía la cara". En ocasiones, ebrio, el hombre disparaba su arma contra las paredes de la casa para asustarla. Cuando quería ser más cruel, le disparaba cerca de los pies. Aterrorizarla era su manera de hacerle saber quién mandaba. En 1997 ella pidió el divorcio. Se lo dieron en el 2001, tras diecisiete años de terror.
Pero Thavory ya había demostrado ser más fuerte. En 1993 empezó a trabajar en un proyecto contra la violencia doméstica. "Era una secuela de la era khmer. A mis alumnos de la universidad les enseño que uno debe buscar la comunicación antes que el conflicto. Así se evitarían muchas historias dolorosas", comenta. Uno de sus ejercicios preferidos es uno en que escribe una breve frase en un papel y se la lee al oído a uno de sus alumnos. Luego le pide a este que se la cuente a un compañero y que él continúe la cadena hasta que todos la hayan escuchado. El último oyente debe escribirla en la pizarra. "No tienes idea de la forma monstruosa en que el mensaje se ha transformado. Los rumores son la peor guía, eso siempre lo dejo en claro".
El ejercicio nació a raíz de un episodio que casi desató una crisis diplomática. Un día cundió un rumor entre los universitarios de la capital: se decía que la actriz más famosa de Tailandia había puesto como condición para visitar Camboya que este país cediese al suyo el famoso templo de Ankgor. Miles de estudiantes rodearon la embajada tailandesa en busca de explicaciones. El embajador fue evacuado de la sede diplomática. Al notarlo, la turba iracunda quemó la embajada. En los días siguientes se reveló que el excéntrico pedido de la actriz no había sido sino un rumor. Thavory Huot toma ese caso en sus clases como modelo de una crisis que podría evitarse con el diálogo. Hasta ahora le ha dado grandes resultados.

CUCHILLOS RENDIDOS
Idi Cheffou tiene la suerte de no haber sufrido violencia directa en Níger, un país que en cierto momento afrontó dos sangrientos conflictos étnicos. Su trabajo de maestro en la capital fue relativamente seguro, pero él nunca fue un indiferente. "Tengo seis hijos que son mi vida. Por eso cuando veía a niños abandonados en las calles se me partía el alma. Necesitaba hacer algo", explica. Aunque se retiró en el 2001, ha mantenido la vocación en ejercicio hasta ahora. Lo que ha logrado, junto con otros compañeros, es la mayor cátedra de vida que pudo haberle tocado.
"Mi país tiene un historial de violencia y exclusión que genera experiencias muy duras", cuenta. La crisis más fuerte se desató en la primera mitad de los años noventa. Dos grupos étnicos -los tubus y los tuareg- se alzaron en armas en sus respectivas regiones, al norte y a sureste, respectivamente. El conflicto destrozó buena parte del país. Dejó demasiadas viudas y huérfanos. "La gente común tenía armas en sus casas, sobre todo en las provincias", recuerda Cheffou. Lo que llegó después fue una paz demasiado frágil. Un ambiente angustioso hasta que un programa de desarme de las Naciones Unidas y la organización Hague Appeal for Peace empezó a cambiar el panorama.
"Hubo una campaña para estimular a la gente a que devolviera sus armas a cambio de un pequeño monto de dinero. Nuestro trabajo, como maestros, fue tratar de aplicar una experiencia parecida desde la educación", explica. La experiencia fue concentrada en la región donde estalló el conflicto tubu, a unos mil kilómetros de la capital. Apenas se pudo, un grupo de 23 profesores fue enviado para explicar los detalles y para iniciar ese lavado de cerebro que se necesitaba para alcanzar la paz.
Viajaban cada tres meses hacia nueve escuelas de la antigua zona en conflicto para adiestrar a otros maestros. El desafío implicaba romper ciertas barreras culturales. "Para los tubu era natural acudir al colegio con cuchillos sujetos a los brazos o las piernas. A la menor pelea se atacaban unos a otros, era parte de su tradición". A los seis meses de iniciado el programa, esos mismos alumnos se acercaban a sus maestros para entregar voluntariamente sus armas. "Logramos lo más importante: el desarme mental", explica el profesor Cheffou.
El día más significativo de ese esfuerzo, dos mil personas de las aldeas cercanas se reunieron para un rito simbólico: la incineración de las armas en una gran fogata. Idi Cheffou lo considera un bautizo de nuevos tiempos.
Los resultados de estas experiencias podrían ser aplicadas en todo el mundo. Por ahora, se han reunido a cotejar resultados en el Perú, un país que también tiene heridas por cerrar. Podría decirse que vienen a impartir una lección vital: todo maestro puede ser un gran combatiente por la paz.

Diccionario para amantes

PRESTIGIO DEL AMOR. La proliferación de manuales de autoayuda sentimental genera una confusión que bien vale aclarar. Lo que sigue es un ejercicio de racionalidad para rescatar la necesaria dosis de cordura en vísperas del Día del Amor y la Amistad

David Hidalgo Vega

Para comprender el amor hay que leer a tres filósofos, un poeta, cuatro psicólogos, un investigador de cosas insólitas, un antropólogo y un autor de betsellers. Lo triste es que quizá uno termine más confundido. Empiece por estas definiciones.

AMOR. (1): Estado psíquico indefinible, entre la angustia y delirio, que mueve a los actos humanos más insólitos. Según el "Diccionario del diablo", de Ambrose Bierce: "La locura de creer demasiado en otro antes de conocer algo de uno mismo". Se trata de una suerte de inconsciencia feliz, según el filósofo pesimista francés Émile Michel Cioran: "Los creyentes, los enamorados no perciben más que un rostro de sus deidades, de sus ídolos, de sus maestros. El ferviente permanece ineluctablemente en la ingenuidad. ¿Hay sentimiento puro donde la mezcla de gracia e imbecilidad no se traicione, y admiración beata sin eclipse de la inteligencia?". La cursilería tiene aquí su virus desencadenante. En ciertos casos, por fortuna, el amor propicia estados elevados de belleza. El mejor regalo que un hombre puede recibir de una mujer es el libro "Prestigio del amor", antología del poeta César Moro, la prueba de que las emociones pueden encarnar en palabras. De Moro puede citarse genialidades como: "Puedo pronunciar tu nombre hasta perder el conocimiento" o "Te quiero con tu gran crueldad porque apareces en medio de mi sueño". Y nadie lo tachará de cursi. (2): Hay un igualitarismo del sentimiento: "El amor es individualista y solo puede ser real y sensualmente vivido, padecido, cantado cuando el amante se despoja de convencionales dignidades y se reconoce uno, único, frente al otro, también irrepetible", dice el filósofo español Fernando Savater. El problema empieza cuando uno de los amantes tiene más de una personalidad, como Clark Kent, cuyo "comportamiento esquizoide" -según el estudioso Román Gubern- lo lleva a desear desesperadamente a Luisa Lane cuando tiene los anteojos puestos, pero la desdeña cuando va de Supermán.

CELOS. Las psicólogas de la Nueva Escuela Lacaniana de Lima rescatan la tesis de Freud acerca de los celos como una proyección masculina de la propia infidelidad. "El hombre neurótico piensa que su mujer es infiel porque él mismo es consciente de que puede serlo", explica la psicoanalista María Hortensia Cárdenas. En el hombre paranoico, por su parte, los celos son un reflejo de la propia homosexualidad: puede sentir inquietud por causa de un hombre a quien su mujer ni siquiera ha mirado. En ese caso, el deseo censurado nació de sí mismo. Los celos femeninos, en cambio, son la reacción a la falta de atención del varón. "El que una mujer se arregle para una cita es un homenaje al hombre y espera ser retribuida con el homenaje de la atención. Si el hombre se muestra indiferente, la mujer se sentirá desplazada y por lo tanto herida". Según Bierce, todo rapto de celos constituye una "pasión que precede a una rendición". Que lo diga Matilde Pinchi Pinchi, cuyos celos de Montesinos con Jaqueline Beltrán la llevaron a entregar el video que desmoronó al régimen fujimontesinista. El ejemplo más extremo es el de la famosa espía francesa Mata Hari, quien se casó con un soldado holandés que la maltrató y engañó hasta la náusea. Por despecho bailó hasta enloquecer a muchos hombres, a quienes ofrecía su compañía a 7.500 dólares la noche, pero sin amor. Luego se hizo espía.

INFIDELIDAD: Terapia automedicada contra la monogamia. En ocasiones es un ejercicio de funcionalidad social. El escritor Toño Angulo la ha descrito así en referencia a las preferencias amatorias de Montesinos: "Al menos deberían ser dos: una esposa con quien tener hijos y formar una familia para mostrar en las reuniones oficiales, y otra intercambiable para el goce de la cama y la exhibición de los amigos". La infidelidad de una mujer "pone al hombre en conflicto respecto a su honor, su hombría, por la aparente incapacidad de satisfacer a su pareja", dice la psicoanalista Marita Haman. Los partidarios de la poligamia citan a Desmond Morris, el autor de "El mono desnudo". Los que reivindican la fidelidad a una sola persona prefieren leer a Walter Riso, el autor de "Ama y no sufras". Hasta ahora no hay una fórmula precisa para superar una infidelidad de la pareja, aunque muchos se consuelan esperando que pase el tiempo. Herbert Marcuse -un filósofo alemán abolicionista de las represiones sociales- ya puso el parche: "Las heridas que se curan con el tiempo son también las heridas que contienen el veneno".

AMISTAD. (1): Período de felicidad compartida hasta que llega el amor. Según Ambrose Bierce, la amistad es una "embarcación capaz de llevar a dos personas si hace buen tiempo, pero solamente a una si el tiempo es malo" (dicho sea de paso, hay quien ve en esta una definición perfecta para el matrimonio). (2): El Instituto Gestalt de Lima tiene identificada, entre las relaciones más perversas, la de los llamados "amigos cariñosos". "Esta relación, también llamada 'amistad con derecho a roce', siempre incluye un riesgo porque tarde o temprano uno de los dos empieza a sentir más que el otro y si no es correspondido puede salir lastimado", refiere el psicoterapeuta Manuel Saravia. Este tipo de amistad suele durar entre tres y treinta meses, con posibles intermitencias. Según Saravia, el 10% de los casos que llegan a la consulta de este instituto corresponden a la mencionada categoría. "Dependiendo de cada pareja, pueden pasar de ser amigos cariñosos a una relación adulta", dice el especialista. (3): Sigue Bierce: "Amigo: Investigador bajo cuyo microscopio vivimos, nos movemos y existimos". Otra definición que calza para el concepto de "esposa" o "esposo".

MATRIMONIO: (1): El contrato social más satirizado del mundo. Según el "Diccionario del diablo": "Estado o situación de una comunidad integrada por un amo, una ama y dos esclavos, que suman en total dos personas". Una mujer escribió a la revista "Playboy" que su matrimonio había mejorado desde que ella y su marido practicaban el amor libre. La respuesta de la revista fue: "No creemos que la solución para la monotonía matrimonial descrita en la carta pueda funcionar en la mayoría de los casos, pero la experiencia de esta pareja es una excelente ilustración de que cada matrimonio constituye una relación única entre individuos únicos". (2): Medida de la riqueza personal en ciertas culturas o períodos históricos. Irving Wallace establece un ránking insólito de las cinco personas que más veces se casaron: a) El Rey Mogut de Siam (9 mil esposas); b) El Rey Salomón del Antiguo Testamento (700 esposas); c) La reina Kahena de los berberiscos (400 maridos); d) Augusto El Poderoso de Sajonia (365 esposas); e) Teresa Vaugham de Inglaterra (61 maridos). La democracia ha reducido la poligamia: sale demasiado cara.

SEXO: (1): Megalomanía del amor, según César Moro. La psicoanalista Marita Haman explica que el goce sexual "es percibido como la experiencia más próxima a la felicidad, pero al mismo tiempo la más evanescente". El deseo sexual implica una sensación de angustia que no se sabe cómo satisfacer y para la cual cada individuo encuentra una respuesta. Haman explica que las mujeres de ahora son tan desinhibidas como los hombres, pero todavía no pueden separar del todo el sexo del amor. Y ya se sabe que casi toda infidelidad implica un juego sexual. "Parece que hoy todo vale, hay un cinismo y un desencanto de lo simbólico que estaba representado por la autoridad de los gobernantes, los padres, instituciones como el matrimonio. Se piensa que esto trae la felicidad, pero al final tenemos a muchas mujeres pensando que no hay hombres ideales y a muchos hombres que no encuentran a la mujer perfecta", señala la psicoanalista María Hortensia Cárdenas. (2): Delirio serpentino y antropófago, a juzgar por el poema de Moro: "Estoy libre de deseo. Vivo al interior de él y siendo él ya no sufro de él. Ya no es múltiple en los fines, si polifacético en el deseo. Ya no vivo sino en el deseo". (3): En el libro "La filosofía Playboy", Hugh Hefner, fundador del imperio del desnudismo, dice que el sexo es más que una fuente de placer físico y emocional: "ofrece un medio de comunicación íntimo entre los seres humanos y un modo de establecer identificación personal dentro de una relación y dentro de la sociedad en su conjunto. Y es cuando el sexo sirve a estos otros fines -además o separado y aparte de la reproducción- cuando se eleva sobre el nivel animal (...) y se vuelve más humano". Hay que decir que Hefner podía pasarse días dirigiendo su imperio sin levantarse de la cama.

Alerta contra el racismo

JORGE BRUCE.
El conocido psicoanalista propone aplicar su especialidad a los problemas de la sociedad peruana. Un reciente ensayo suyo analiza la discriminación racial como base de nuestros conflictos más graves. Su mensaje es estremecedor.

David Hidalgo Vega

Todo el país sabe que tres de cada cuatro víctimas de la guerra interna fueron campesinos quechuahablantes. Todo el país sabe que en ciertas discotecas exclusivas de Lima se impide la entrada a quien no tiene el color de piel "correcto". Todos hemos escuchado las prédicas cavernarias de Antauro Humala acerca de la raza cobriza y sus afanes de fusilar a medio mundo. Estamos congestionados de actitudes racistas de ida y vuelta, pero poco se habla del tema. El psicoanalista Jorge Bruce utiliza un concepto de su especialidad para definir la situación: el narcisismo de muerte. "El odio del otro, dice Castoriadis, es la otra cara del odio inconsciente de sí mismo", apunta. Días atrás, durante una disertación, Bruce condujo su diagnóstico por varios aspectos de la realidad nacional. Uno de los temas centrales fue la conclusión de la Comisión de la Verdad: algo hizo que la reacción nacional ante el conflicto que desangraba la sierra se tardara demasiado. La hipótesis de Bruce es descarnada y brutal: "Tengo la impresión de que aquí hubo más que indiferencia. Lo terrible, me temo, es que pudo haber implícito un deseo de que maten a esa gente, a esos otros que no solo no me significan nada, sino que incluso me molestan y estorban". Lo que sigue es una llamada de alerta.

Usted propone psicoanalizar nuestro problema de racismo.
El psicoanálisis no debe limitarse a una práctica clínica. Tengo la idea de que puede aportar al estudio de una serie de problemas de la sociedad peruana como el racismo, la corrupción, el problema de lo criollo. El racismo es uno de los ejes centrales de cómo está estructurada la sociedad peruana, eso ya se ha dicho antes. Lo que propongo es que el psicoanálisis puede ayudarnos a entender cómo viven los peruanos el racismo en su fuero interno y de qué manera esto incide en su comportamiento.

En los últimos tiempos hemos visto brotes de un racismo visceral que no se había tomado en cuenta.
El racismo en la sociedad peruana es multidireccional, no es que vaya solamente de los dominantes a los dominados, hoy lo encontramos en todas partes: si uno va a un restaurante y observa el trato que hay entre el cliente y el mozo, detecta variables de una tremenda desigualdad. Y el racismo es una de las formas más a la mano que se tiene para clasificar a los ciudadanos en categorías. Esto se basa en que todos los grupos humanos en algún momento necesitan, para armar su identidad, tener otro grupo de referencia respecto del cual se puedan sentir mejores o superiores. Decir algo del tipo: "Yo pertenezco a un grupo étnicamente puro, estéticamente superior y con una herencia genética de mayor calidad que estos otros". Castoriadis, un gran científico social y psicoanalista, explicaba esto con algo que yo llamo el silogismo de la amargura: Si afirmo el valor de A debo afirmar el no valor de no A. Es decir, yo valgo en la medida que el otro no vale.

El sociólogo Guillermo Nugent ha escrito que un buen sector de peruanos forma su identidad a medida que se diferencia del cholo.
Claro y lo que es más enajenante es que el propio cholo se puede sentir avergonzado de serlo y hará esfuerzos denodados para alejarse de su propia identidad. En psicoanálisis se le llama a esto el "narcicismo de las pequeñas diferencias": pequeños signos que pueden diferenciar. Por eso se dice que la plata blanquea. A una persona que se siente marginada la única posibilidad que le queda es blanquearse a través de su carro, su ropa. Hay un atávico sentimiento de vergüenza que es reforzado por la publicidad. Mucha gente debe sufrir porque se mira al espejo y se encuentra alejada de los cánones de belleza.

Llama la atención ese comercial de Dina Páucar en que habla de "nosotros, los nuevos peruanos". Muchos recién se están reconociendo así.
Es interesante. ¿Por qué nuevos? Si probablemente son los más viejos de todos. Vale la pena pensar a qué se refiere con eso. Ahora, sí creo que hay un intento de autoafirmación en eso. Yo siempre ando diciéndole a los publicistas que tienen una gran responsabilidad social que no están asumiendo, porque las imágenes que propalan y el sufrimiento que inconscientemente causan en muchos casos es parte de su responsabilidad social. Aquí el paradigma de la raza blanca tiene una fuerza tal que es un directo reflejo del subdesarrollo mental de la sociedad peruana.

¿En el Perú hay un sentimiento de superioridad blanca?
Los nazis llevaron esa idea a su paroxismo en otro contexto. Aquí hay un estereotipo de superioridad emparentada con una vieja actitud colonial. Eso está variando, pero el estereotipo existe y los propios blancos pueden ser víctimas de esta imagen porque como dice un viejo dicho racista: cuídate del blanco sin plata, del cholo con poder. Esas son formas de asignar a cada cual su lugar. Y esta es una sociedad muy rígidamente jerarquizada. Yo lo que trato de acentuar es la vivencia que acompaña todo esto. Una de las evidencias más claras que hemos tenido del racismo en la sociedad peruana aparece en el informe de la CVR. Allí se señala cómo ese profundo racismo permitió que ocurriera lo que ocurrió durante tantos años con una virtual indiferencia de los sectores más modernos y desarrollados de la sociedad. En psicoanálisis se dice que la indiferencia esconde la pulsión de muerte. Probablemente había un deseo implícito allí: bueno, pues, que los maten, de qué nos sirven esos indios que ni siquiera hablan bien castellano. Yo me temo que ha habido un deseo inconsciente de purificación étnica.

Hasta los años veinte se hablaba todavía del alma enigmática del indio. El informe señala un nivel de exclusión tal que es como si todavía se pensara así.
Bueno, hemos avanzado mucho en el estudio y análisis del mundo andino, por lo menos los que nos molestamos en leer. En efecto, el mundo andino ha sido enigmático porque no interesaba, era ignorado. Detrás de eso había un desdén encubierto. Eso cambió con los migrantes y toda esta historia de los "nuevos peruanos", pero una encuesta reciente dice que no hemos dejado de ser racistas. Y yo me pregunto cómo se siente la gente con todo esto. El racismo es un factor de sufrimiento interno. En primer lugar, por supuesto, para los que son despreciados, pero también es un factor de tremendo empobrecimiento de los que desprecian.

¿Esa lectura recurrente de que Toledo era la oportunidad de combatir el prejuicio hacia los cholos tiene asidero?
Es una gran oportunidad perdida, por supuesto. Él subió con una enorme esperanza de modificar ese prejuicio contra los que salen de abajo, los cholos y los indios. Porque Toledo encarna las dos cosas. Y había logrado un éxito académico que la mayoría de blancos no tiene. Él encarnaba la idea de que el secreto del éxito era la educación, que es el mensaje democrático por excelencia. Su fracaso como gobernante trae por tierra esa posibilidad y acarrea el cargamontón de una serie de sectores que se sienten abandonados, maltratados. Toledo era para ellos una esperanza mágica y omnipotente, casi un Mesías. Y ya sabemos que todos los Mesías terminan crucificados.
¿El de Humala es un racismo de retorno?
Yo creo que él trae su propio acervo de resentimiento y el resentimiento es la pareja inseparable del racismo. La novela "Desgracia" de Coetzee es extraordinaria porque muestra que el racismo en Sudáfrica no termina con el 'apartheid', sino que ahora tiene otras características, y revela cuánta violencia había contenida y cómo ahora se puede expresar de maneras brutales, como la de Humala.

Él canaliza un resentimiento que está en toda la región andina.
Es un atizador de unos sentimientos profundamente negativos, no gratuitos, naturalmente. Ahora, Humala es el reflejo exacto del racismo tradicional peruano contra los cholos, los negros, los chinos. Es el reverso de la medalla.

No sé hasta qué punto estimula esta visión errada del poblador andino que quedó evidenciada en la forma cómo se interpretó el caso de Ilave. Esa visión casi folclórica de las crisis sociales.
Es que en el racismo peruano uno de los elementos consiste en utilizar al otro, del cual me quiero diferenciar, como soporte para mi carencia de autoestima. Porque en realidad en ese desprecio lo que hay es una fragilidad del amor propio. En ese odio del otro deposito mis peores aspectos. Entonces los aimaras son vistos con todos los atributos proyectivos: ellos son los bárbaros, salvajes, hostiles. En ese momento se pegan etiquetas y la verdad resulta linchada, junto con el alcalde. Parte del racismo es justamente no conocer al otro. En el momento que lo conoces bien y estableces vínculos, puede que no te caiga bien, pero ya no vas a poder refugiarte en estereotipos.

Ahora, el racismo parece más fuerte contra el cholo que contra el negro.
El prejuicio clásico contra el cholo es que es taimado, astuto, no dice la verdad o la adapta según las circunstancias. Mientras que el estigma del negro ha sido el del bruto. Estos estigmas se refuerzan, negándole educación a éste y engañando al otro. En ciertos mercados veo que cuando pregunto por algo el vendedor me responde "Sí pe, sí pe", mientras mueve sus engranajes mentales para ver si en la pregunta hay alguna trampa. Una tremenda desconfianza. De otro lado, me imagino que para cierto sector de la clase dominante el cholo es más amenazador, quizás porque lo sienten más cercano. Es más fácil aceptar la música negra que la chola. Lo peor que te puede pasar es que te crean cholo, que te vistas como cholo o que tu carro parezca de cholo.

¿Persiste esa angustia de Arguedas de no saber en qué lado ubicarse?
Lo que pasa es que hay una clara relación entre la estratificación social y racial, de un lado, y del otro el empoderamiento. La gente sabe que el problema racial es crucial a la hora de reclamar derechos. En una sociedad como esta la gente puede sentirse extranjero en su tierra. ¿Cómo puede ser esta tu tierra si no tienes derechos? En ese sentido todavía hay una escisión interna. Creo que eso le pasa a una inmensa cantidad de gente. Lo que me da esperanza es que noto que el problema se plantea y aparecen activistas, gente que dice las cosas con claridad.

Como los grupos que protestan por la discriminación en las discotecas de Lima.
Aunque parezca un poco frívolo, es un síntoma elocuente de cómo funciona la sociedad peruana. Esto no solo se da en las discotecas, también en los restaurantes. Mis propios pacientes me han contado que se han encontrado con cosas del tipo "esta es una reunión privada", "disculpe, está lleno".

¿Esto genera crisis interiores?
Definitivamente. Todas las personas que yo trato en mi consultorio se han encontrado con situaciones de racismo, en un sentido o en otro. Ese es un par de anteojos que todos los peruanos tenemos. No es necesario que se digan estas cosas implícitamente. Un señor me contaba que en su tierra era considerado blanco, pero cuando vino a Lima le dijeron que no, que él era serrano. Eso lo descolocó. Estas cosas son de una carga aterradora y pueden causar mucho bloqueo personal, padecimiento. Me imagino a una persona que quiere ir a una discoteca y se pregunta: "¿Me dejarán pasar?". Ese solo dato es de una violencia terrible.

¿Qué terapia nos queda?
Necesitamos hablar las cosas, dejarnos de hipocresías y cambiar nuestro pacto social. Hace poco estuve en Trujillo hablando de este tema. Al final se me acercó una dama de sociedad y me dijo: "Tienes una visión limeña de las cosas; aquí estos problemas no existen, ya los hemos resuelto, tenemos concursos de marinera donde bailamos todos juntos". Y yo le respondí: "lo que quería demostrar". Debemos denunciar esto. Y luego atacar por diferentes frentes. Para no ser racista, hay un trabajo que hacer. De lo contrario tendemos a la marginación. Y en una sociedad tan cargada como la peruana eso es capital.