lunes, julio 18

Legado de un hombre libre

PERSONAJES. Mañana Nicomedes Santa Cruz hubiera cumplido ochenta años. Varios investigadores de su obra han llegado a Lima para un coloquio de homenaje que reafirma su importancia en las letras peruanas. Su experiencia africana es de las menos difundidas

DAVID HIDALGO VEGA

Alguna vez el poeta de los octosílabos debió sentir que hablaba ante un auditorio de sordos. Acaso de oyentes selectivos que se reían con su gracia sin pensar mucho en lo que decían entre líneas sus palabras. En una entrevista de 1973, un periodista le preguntó: "¿Cómo ve el hombre Nicomedes Santa Cruz al poeta y al negro Nicomedes Santa Cruz? La respuesta fue un breve manifiesto: "Mi poesía no es negra. Mi poesía es humana, es del color de la sangre. ¿Han visto alguna vez un poeta amarillo o un poeta azul?". Podía parecer otro bonito juego verbal de un hombre al que la gente de su país ya identificaba como el hombre de las décimas. En realidad era el discurso de un pensador que estaba abriendo los ojos.
La primera señal ocurrió durante un viaje a Brasil, a inicios de los años sesenta. Hay una escena, relatada por el propio Nicomedes, que le produce un profundo impacto. Un día iba caminando por una avenida de la capital cuando se topó con un monumento a la nación brasileña. La escultura tenía cuatro figuras representativas: el colono portugués, el indio guaraní, el caboclo y el negro. "Cuando yo veo un negro en bronce, he sentido una emoción que hasta ahora me parece que lo viera", diría muchos años después al investigador Pablo A. Maríñez.
Era solo la primera de muchas señales que cambiaron su manera de sentir la herencia africana: consiguió literatura afrobrasileña y asistió a un congreso sobre el Tercer Mundo, en el que por primera vez conoció a personas venidas de África, delegados a esa cumbre de países pobres en la ciudad de Bahía.
En Brasil se dio cuenta de que los periódicos daban espacio a un amplio debate sobre el problema del negro. En los días siguientes, impresionado con todo lo que había recogido, se retiró a un pueblo llamado Feira de Santana, donde escribió décimas con un nuevo vigor: "América Latina", "Congo libre".
"Brasil marcó un cambio en Nicomedes: descubre que el afrobrasileño no reniega de su negritud, al menos una parte de ese grupo. Hay un orgullo étnico, mientras que en el Perú lo que se intentaba era borrar esa etnicidad por medio del mestizaje. En Brasil el negro no era algo exótico, raro, como aquí. Eso le impacta", explica M'Bare N Gom, catedrático senegalés que enseña en la Morgan State University, de Baltimore, Estados Unidos. "Esa experiencia, para mí, cambió mi vida", llegó a decir el propio poeta.
Al año siguiente publicó el poemario "Cumanana", su obra más celebrada y un éxito de ventas que logró colocar diez mil ejemplares en poco tiempo. En ese libro aparecen poemas de un fuerte acento afroamericanista. En la décima "Sudáfrica", el hombre invoca: "¡África, izwe lethu!"/ (¡África, Nuestra Tierra!)/ ¡África, Nuestra Tierra!/ Debe sernos devuelta! En "Congo libre" clama: ¡África, tierra sin frío, madre de mi obscuridad; cada amanecer ansío (3 veces)/tu completa libertad! Y en "Johanesburgo" sentencia: Y al problema del negro/ "Segregación racial"/el mundo permanece neutral [...] Cuando en Johanesburgo/llegue el 'Día de sangre'/debemos estar todos/ ¡Hijos de negra madre!
"Lo que me sorprende es que desde la distancia Santa Cruz se convierte en un combatiente más contra el apartheid. Conoce la realidad política africana porque habla de grandes líderes nacionalistas: Lithuli, Sobukwe, hasta el famoso Seku Turé, que propician el proceso de descolonización", dice N'Gom, quien acaba de disertar en un seminario sobre la relación del poeta peruano con África.
Nicomedes admira desde lejos ese proceso. "En sus lecturas descubre que hay un continente de 600 millones de personas que está bajo dominio exterior. Apenas Ghana, Etiopía y Liberia (que nunca fue colonia) son territorios libres", precisa el investigador. Pero las lecturas no le alcanzan para conocer la dimensión de lo que se gesta en esas tierras.

MADRE TIERRA
Hubo otro momento, decisivo, cuando en 1974 recibe una invitación para viajar a Senegal. Era para participar en un coloquio sobre La Negritud en América Latina. Nicomedes iba a disfrutar de ese viaje como si se tratara del retorno a la tierra natal. Su compañero de viaje, el dominicano Pablo Marínez, cuenta que el poeta se propuso absorber la experiencia con sus cinco sentidos. Visitaron varios pueblos, entraron a los mercados de Dakar, se mezclaron con la gente. Santa Cruz trataba de pasar desapercibido, en un intento de sentirse nativo de ese país.
En uno de esos paseos, llegaron a un barrio popular donde un grupo de jóvenes armaba una descarga musical callejera. "Después de llevar más de media hora presenciando el baile, me quedé estupefacto cuando Nicomedes se lanzó al ruedo, dando los pasos que cuidadosamente había observado. Creíamos, muy ingenuamente, que podíamos pasar desapercibidos, como unos más del grupo. Ya era tarde cuando nos percatamos de que allí, en el grupo de baile, todos sabían perfectamente que éramos extranjeros, visitantes, y que tras la pigmentación de nuestra piel, no podíamos confundirnos con los habitantes de Senegal". El idioma y los gestos lo delataban.
Fue una pequeña desilusión, a decir de Maríñez. Pero el poeta peruano tendría otra, mucho más profunda. Una catedrática de la Universidad de Dakar, Jeannette Kattar, lo había invitado a dar una conferencia sobre sus estudios culturales afroamericanos. Nicomedes se soltó con lo suyo. Los alumnos parecían encantados de escuchar a ese hombre venido de tan lejos, pero la profesora Kattar estaba furiosa. El discurso terminó entre aplausos. Pero Santa Cruz no recibió las gracias. La anfitriona le increpó: 'Si por estas cojudeces te han esclavizado 300 años, quieres 300 años más de esclavitud'. Ambos terminaron enojados ese día.
Lo que había molestado a la estudiosa africana sería una revelación para el autor sudamericano: había hablado desde una postura casi ingenua de su propia negritud. "En ese momento él estaba en busca de la oralidad, del testimonio, de decir 'Yo soy negro' como un acto político. Pero qué pasa en los sitios donde decirlo ya no tiene carga política y hay que decir más", comenta Lola Ponte Ramos, investigadora portorriqueña de la obra de Santa Cruz. "Nicomedes rescata a la madre, la abuela que viene de Angola, pero es un rescate de ancestría. La negritud (como movimiento) estaba mirando hacia el futuro: cómo se organizaba la sociedad, cómo se establecía un diálogo panafricanista", precisa.
Él mismo lo reconocería en una entrevista, varios años después. "El viaje a África tuvo, por un lado, una incidencia sobre la falsa negritud que uno asume. Porque cuando esa negritud latinoamericana se lleva al territorio africano, se evalúa y se le desprende de toda la cáscara, de toda la escoria que tiene, de muchas cosas demagógicas (...),y (obliga a) adoptar una actitud más austera, más real".
Nicomedes decidió devorar todo lo que se publicara sobre el debate de la negritud. "Esto es lo que no me dejaba ver el problema. Que la esclavitud negra se instala en América sin connotaciones racistas (...), que la discriminación racial es posterior a la esclavitud", dirá después. En los años siguientes, su inquietud se expresará en proyectos. Uno de los varios que tenía avanzados, era sobre el negro en el Perú. Pero los cambios políticos le cierran espacios. Hasta que decide irse del país, en 1980.
Pudo ser el ideólogo de la negritud peruana, pero se quedó sin piso. "El Nicomedes que fue incorporado al canon literario es el que hablaba un discurso compatible al discurso hegemónico. Mientras se quedaba en el espacio folclórico, estaba bien. Cuando empieza a tocar temas de contenido social, de denuncia, pasó a ser 'incomprensible'. De hecho, creo que eso contribuyó a su autoexilio en España", dice el profesor N'Gom. El otro aspecto de esa fractura es que no tuvo un relevo generacional. Nadie siguió el debate con la misma fuerza . Su obra más difundida fue la que hacía sonreír.
Habría que leer su legado con los ojos más abiertos. "A través de la poesía (se puede ver) la evolución ideológica de su obra", dice Martha Ojeda, autora del libro "Nicomedes Santa Cruz: Ecos de África en el Perú". Hay muchos que ya lo están haciendo en universidades de fuera. La idea es sencilla: Todavía hay ideas entre líneas no descifradas en sus décimas.


DECIMAS VERDADES
Padre Luthuli
Padre Albert John Luthuli
Jefe del Pueblo Celestial
Te canto con las últimas
gotas de sangre negra
que me quedan.
Ahora y hasta ahora
siento que debo hacerlo

Lo grito en matabele
que es lo mismo en swahili
y es lo mismo en zulú.
Lo grito en castellano
yo, tu hermano, mi hermano:
Sudáfrica y Perú

Llorad negros del mundo
Llorad hasta secar la última lágrima
Llorad hasta que estallen las pupilas,
Y con las cuencas negras y vacías
Aún seguid llorando
lágrimas de dolor y de silencio

DÉCIMAS DEL LIBRO "CUMANANA" (1964)